Estaba recordando aquellos días en los que uno llegaba a la tienda de discos y miraba caratula por caratula, escogía el disco, lo escuchaba en el reproductor y después lo compraba. Llegabas a tu casa, prendías el equipo a todo volumen y cantabas todas las letras. Lo mismo los libros. Ibas al almacén y buscabas entre todos, comprabas el que más llamaba la atención o el que te habían recomendado y lo llevabas a tu casa para leerlo y disfrutarlo.
Todo eso ha cambiado, los nuevos medios digitales han destrozado ese mercado, la música y los discos ya no son lo mismo, hablando de libros ahora los puedes descargar, ya no es el mismo contacto con el papel, incluso este ensayo les está llegando a través de una pantalla, lo cual es algo extraño para un escrito sobre “literatura”, pero así es actualmente el ritmo del mundo y debemos adaptarnos, haciéndole honor a la teoría de Darwin sobre las especies, el que se quede atrás muere.
Estamos viviendo una época en donde ya nadie cree a ciencia cierta lo que escriben los libros o los periódicos, una sociedad mas suspicaz elaborada por la maldad y la desconfianza, eso es bueno y malo. Bueno porque la sociedad está en busca de un nuevo conocimiento basado más en la práctica de los conocimientos y no en la memorización de libros y revistas, y malo porque gracias los nuevos medios digitales cualquier persona tiene ahora voz y voto en cada escrito, incluso los mediocres o ignorantes.
El mundo hoy en día está plagado de nuevos escritores, pero viéndolo de esta manera es difícil que cada obra tenga trascendencia, ahora cualquiera escribe, cualquiera publica, cualquiera vende. Esto en cierto sentido no es bueno para la literatura actual ya que el proceso de depuración y selección se pierde.
Para mí, la literatura es un ejercicio totalmente sincero e intelectual, no es escribir por escribir, es cierto que el arte vale cualquier opinión, cualquier medio de expresión, cualquier idea. Pero debemos ser responsables con las ideas que soltamos al mundo ya que estas pueden influir en varias vidas, y si son erróneas, pues también erróneo será el resultado.
Ahora, el ejercicio de leer debe realizarse, no importa si es a través del papel o de la pantalla. Me preocupa de sobremanera que las generaciones jóvenes de hoy en día no conocen las obras del pasado, para ellos es un logro si terminan un “Condorito” y no lo digo de una forma despectiva, lo digo en el sentido que los medios audiovisuales han ido desplazando poco a poco a la lectura.
En parte también es culpa de la manera de enseñar, de la manera en que llevamos a la gente a conocer la literatura, la cual es víctima de un “cliché”, que nos dice que es “aburrido” practicarla, leerla, tenerla en los estantes, debemos cambiar esto.
Sin extenderme, no debemos subestimar el poder de los nuevos medios y más bien adaptarnos para que las obras clásicas y modernas lleguen a las cabezas de las nuevas generaciones, de una manera amena, al menos mientras se descubre el placer de leer, de aprender, de tener aventuras a través de la mente y la imaginación y no de la pantalla en donde son prefabricadas, lo cual también es válido, pero no absoluto.
Febrero 9 de 2008