Cuando hace varios años se planteó el modelo de auto gestión para las bandas independientes el panorama del Rock no se veía tan oscuro como hoy en día, podemos decir que el género ya se convirtió en un gusto para un pequeño grupo de gente de mediana edad que lo disfruta de manera pasional. La idea propuesta con el modelo de auto gestión era precisamente salvar el rock de la vorágine ocasionada por la muerte de las disqueras, la transformación de los medios de comunicación y la llegada de los ritmos urbanos que conquistaron a los más jóvenes.
Sin embargo quienes aprovecharon a fondo el modelo de auto gestión y nuevas tecnologías planteado para los músicos fueron precisamente las personas que no tienen la práctica artística sino aquellas a las que les llama la atención el mundo de la música y se dieron cuenta que podían aprovecharse de las bandas y proyectos para hacerse unos billetes fáciles, por eso ahora pululan los managers, curadores, jefes de prensa, promotores, etc.
Los músicos entonces se dedicaron a creerle a estos personajes quienes les prometen “medios”, exposición y circulación, a algunos los llevan a entrevistas o a tocar en otros países pero el músico de rock latinoamericano es como aquel drogadicto o alcohólico que no quiere aceptar que existe un problema para poder cambiarlo, no estoy parado en el lugar del resentimiento sino en el de la realidad. Yo soy músico pero también he tratado de hacer empresa musical en un país en donde el rock es un paria de la cultura y con pleno conocimiento de causa puedo asegurar que el rock nacional se ha convertido en algo aburrido y que hoy es solo un negocio más.
El rock tiene un discurso muy claro y unos lineamientos como cualquier tipo de música, escuchar a una banda de punk enojada porque tiene que ir a trabajar o a un tipo insultando al sistema en un festival del estado, es tan coherente como escuchar a un vegano pelear por los animales mientras come chorizo, los músicos están consumidos en una realidad distorsionada que no han podido abandonar.
¿Qué sucedería si usted quiere ser campeón olímpico de Ski en la nieve en un país como Colombia? Lo más fácil sería emigrar hacia un lugar en donde este deporte se practique, acá no hay montañas para esquiar, no hay profesores de Ski, no hay absolutamente ninguno de los recursos o condiciones para ello, sería un sacrificio y una tarea titánica, el esquiador debería invertir mucho dinero para poder formarse y salir al ruedo. Lo mismo sucede en el rock ¿Qué les hace pensar que acá existe una industria del rock y que se puede vivir de eso? Ese estatismo paternalista que IDARTES ha metido en el cráneo de los músicos de rock es lo que más daño ha hecho al movimiento y es lo que ha creado una generación entera de mendigos del arte, bandas aburridas que viven a la espera de una oportunidad en el distrito para ganar dos billetes, como si fuera el distrito algo que comulga con el rock, los músicos no se han dado cuenta que han caído en la manipulación estatal para tener un proceso de resistencia cono el rock muy controlado gracias a los incentivos económicos que les da a sus “favorecidos” o “ganadores”, esto muchachos no se diferencia mucho de las putas, quienes se acuestan con quien no quieren por un fajo de billetes, estos son los llamados mercenarios del arte.
El artista en Colombia cree que por ser artista está sublimado, que es más que los demás, que no tiene ningún compromiso y que hay que tratarlo como un rey solo por existir, porque en su condición de artista se separa de los mortales.
Existe una historia muy famosa que ronda por internet y que la mayoría de los músicos sin dinero a quienes el éxito económico les huye usan como excusa para validar su falta de emprendimiento, la historia es la siguiente:
“La propuesta fue así: “Junto con saludarte, te cuento que somos un local nuevo y pequeño dedicado al rubro gastronómico con interés en la música y su difusión. Te queremos ofrecer nuestro espacio para que promuevas tu trabajo y tus cd’s a través de tu música y tu bajo, eso sí más bien smooth jazz y música ambiental y suave para que la gente pueda a la vez comer…siempre manejamos una muy buena cantidad de público con los cuales podrás promover tu música. Si luego de algunas visitas vemos que la acogida es buena estamos en condiciones de ofrecerte un arreglo económico muy atractivo para que vengas cada cierto tiempo a nuestro local a deleitar nuestros oídos…”
La respuesta: “Junto con saludarte, te cuento que soy un músico experimentado con una casa muy grande con gran interés en las artes culinarias y su difusión. Te quiero ofrecer mi espacio para que promuevas tu trabajo y tu restaurante a través de tus platos, eso sí, más bien ‘cocktail’ y platos livianos para que mis invitados puedan escuchar música en mi casa…siempre tengo una buena cantidad de invitados con los cuales podrás promover tu comida y tu restaurante. Si luego de algunas visitas veo que la acogida es buena estoy en condiciones de ofrecerte un arreglo económico para que vengas cada cierto tiempo a mi casa para deleitar nuestros paladares…”
Ha sido publicada y republicada por cientos de músicos y medios en Internet para tratar de ilustrar como un músico se siente cuando se quieren “aprovechar de ellos”.
Pero analicemos, y ojo que estoy mirando desde ambos lados ya que ante todo yo soy músico. En un restaurante se preparan productos alimenticios, es decir no es al Chef al que uno se traga, es al plato que prepara el chef, si el plato es bueno entonces uno paga con tranquilidad por el servicio ofrecido. ¿Pregunto? Que ofrece el músico ¿No es entonces el rock el plato que se debe ofrecer? El ejemplo es ridículo ya que los músicos de rock quieren que se les pague únicamente por existir, no han entendido que como todo negocio en este planeta capitalista marcado por pensamientos occidentales profundos lo que importa es lo que da dinero y ¿qué banda de rock da dinero? Pero como no han hecho autogestión sino se dedican a sublimarse y pensar que son la panacea de la humanidad, no se dan cuenta que para colocarlos en una tarima podrida se necesitan muchos recursos: Sonido (Backline o amplificadores) los cuales hay que transportarlo en autos o camionetas alquiladas, boletería, diseño web, redes sociales, etc. Y entonces vendrá el discurso gastado del músico “yo también gasto, yo compro mi guitarra, yo pago mis ensayos” pero ¿Y entonces? Es lo mínimo que puede hacer para no seguir siendo mediocre como el 90% de las bandas de Latinoamérica las cuales hacen un concierto y prometen que el lugar se va a estallar, sumidos en su realidad distorsionada piensan que van a realizar otro Woodstock y llega el coñazo de la realidad cuando el maldito bar está vacío sin un alma, acompañados únicamente por sus tres amigos ebrios que aún tienen esperanza en el rock solo porque Guns and Roses se volvió a reunir y les interesa mas la salud de las gallinas en Somalia que la perdida monumental de dinero del pobre imbécil que cometió el error de abrir el espacio para que toquen. Se dedican a hablar mal, despotricar y hacer mala fama en redes de los demás.
No todos obviamente, hay gente haciendo muy bien las cosas, pero esa gente las hace calladas, sin tanto escándalo, dejan que los hechos hablen por ellos.
En un programa de Televisión Estadounidense le preguntaron a Will Smith, hablando del bullying al que ha sometido su hijo por sus publicaciones en Facebook y su mala actuación en películas, ¿si el cuándo era muchacho no cometía errores o estupideces? A lo cual de una manera muy inteligente respondió que claro, pero que antes uno era un imbécil anónimo, ahora todos tienen voz y voto, son imbéciles públicos y eso es cierto.
Si usted llega a este punto del escrito y siente que nada de lo que se ha escrito es cierto y que es una exageración, entonces pregúntese si tal vez usted no es el que está actuando así. No se puede permitir que el ego de los músicos de rock siga destruyendo la escena. Cuando una banda es buena la gente asiste al concierto, punto. No hay más, cuando una banda es mala o está comenzando la gente no va, no se genera dinero, usted es un mal negocio y un mal producto y por mucho que usted en su cabeza sienta que es mejor que Metallica, The Cure, Rolling Sotnes o cualquiera sea su modelo de triunfo, la realidad es la que tiene en frente, ese recinto vacío y frio a la espera de sus cien mil invitados.
La cosa ya es tan absurda que solo se me ocurre compararlo con que una empresa privada construya un estadio, le coloque la gramilla, las galerías, imprima los boletos, arme el partido y los jugadores lleguen a preguntar ¿Qué hago’ o ¿Dónde está el público? Se hace necesario pues un baño urgente HUMILDAD y de tranquilidad, un llamado para que los egos se calmen, se bajen del olimpo y comiencen a luchar por el restablecimiento del rock como opción para el público.
Para terminar quiero proponer una reflexión: En el caso hipotético que su mamá o un familiar muy cercano dependiera de una seria operación para continuar viviendo. ¿Pondría usted su vida en manos de un carnicero o algún amigo empírico que le dijera “venga yo le opero a su mamá, eso le echamos cuchillo y listo”? No creo, entonces ¿Por qué dejar el destino del género que más amamos en manos de personas que no lo conocen ni lo tratan como lo merece?
Invito entonces a cada una de las bandas que conforman la galaxia del rock nacional, a organizar un evento en donde el producto sea su música, que alquilen el recinto, que alquilen el rider que ustedes se merecen, que vayan y otra vez hagan una prueba de sonido de dos o tres horas para sentirse bien, que compren el licor y la comida para vender, que inviertan todo lo que tienen en publicidad y producción y que publiquen después las fotos de los evento, los videos. Y que entonces trabajemos en un cluster musical para el rock, únicamente con los que han entendido que para hacer rock no solo se necesita una guitarra y el pelo largo.
Felipe Szarruk. Músico y comunicador social. Mestrante en estudios artísticos de la Universidad Distrital FJC Facultad de Artes ASAB. Estos escritos son parte de la investigación LETRAS EXPLICITAS: RECONFIGURANDO EL POP EN COLOMBIA. Tutor: Andrés Rodríguez Ferreira.