Mi hijo quién estudia
sociología y es a mi parecer una persona supremamente inteligente y preocupada por la realidad del país
me dijo hace poco -“!Nosotros marchamos por el país que ustedes dejaron vuelto
mierda!”-, y me quedé pensando en qué responder, hoy lo hago a través de este
artículo.
¡No hijo!, Colombia
desde que recuerdo ha estado vuelto mierda, mi generación fue una generación
olvidada que creció en medio de la violencia extrema del narcotráfico, un país
en donde no se podía caminar por las calles porque no sabíamos cual era el
carrobomba, un país en donde un día explotaron tres mil kilos de dinamita en la
mitad de la ciudad, en donde bombardeaban aviones comerciales, en donde las
masacres eran pan de cada día, en donde teníamos simulacros antibombas en los
colegios y nos acostaban boca abajo con los oídos tapados y la boca abierta
mientras Univisión grababa para que el mundo se diera cuenta la clase de terror
que era vivir acá, aunque no lo crean este país ha tenido días peores que los
que se viven ahora, es un país con una historia de violencia y corrupción que
data casi desde el momento en que fue creado, no creo en maldiciones pero si
existen, esta de seguro es una tierra maldita.
Nosotros, mi
generación, no tuvimos internet hasta el año 95 o 96, y tenerlo era un lujo, no
teníamos televisión internacional cuando éramos niños, los medios de
comunicación “grandes” eran voz y ley, el mundo era muy pequeño, se reducía a
lo que nos “enseñaban”, mis profesores de guitarra no tenían ni idea de como
tocar otra cosa que no fuera un pasillo, un pasodoble, ustedes no inventaron
nada, casi todo lo que vemos hoy en día es un reencauche de algo que ya sucedió
y sin embargo ahí están tratando de luchar por un cambio, un cambio que así
duela decirlo nunca va a suceder porque al parecer la naturaleza del colombiano
es la maldad, la envidia, la avaricia y la desacreditación de los demás.
¿Qué es lo que sucede?
Dos cosas principales son las que tienen sumida a Colombia en un hoyo del cual
jamás va a salir: Primero la necesidad y el pensamiento de que la vida es solo
dinero y segundo que acá nadie escucha y todos creen tener la verdad.
En Colombia casi todos
piensan que “salir adelante” es tener dinero, la sola frase es despectiva, “salir
adelante” es dejar a los demás atrás, es un país de comerciantes, de compra y
vende, todo gira en torno a eso, es un pueblo sin metas y sin sueños y su única
finalidad es “tener”, “Cuanto tienes cuanto vales”, un país en donde cada
persona se dedica a pensar en cómo va a ganar más porque acá no alcanza nunca
para nada, un país en donde cada día miles cambian de profesión porque lo único
que da para sobrevivir es comprar y vender, las humanidades y las ciencias
sociales son vistas de menos, son “profesiones para vagos”, “de eso no se vive”,
“estudie algo que le de dinero porque se va a morir de hambre” y es cierto,
lamentablemente es cierto, Colombia es un país para obreros, para técnicos,
para mercaderes, hasta el arte sucumbe a esta cultura del negocio, del “cómo
voy yo”, “A papaya puesta, papaya partida”, “Hecha la ley, hecha la trampa” y
todo este pensamiento pícaro y ladrón que está incrustado como una daga en el
imaginario colectivo de cada uno de los colombianos porque “el vivo vive del
bobo y el bobo de la mama”.
Segundo, la educación
es la peor del planeta y una de las más costosas e inalcanzables, pagar un
semestre universitario es un lujo para todos y la verdad es muy mediocre lo que
se puede obtener, un país que no ofrece una educación de calidad desde el
principio va a perder, lo que sale de las aulas, ese pequeño porcentaje de
personas que invierte millones y años en tratar de forjar un pensamiento
crítico y de análisis no lo consigue, no existen las herramientas para obtener
un pensamiento complejo que en realidad aporte y entonces se construyen
micromundos, pequeños universos ególatras que creen tener la razón en todo y
que buscan es adoctrinar a los demás en su verdad y esto es lo que causa la
desunión y la falta de empatía en los colombianos.
Por lo tanto es
imposible que se dé un movimiento social efectivo que produzca un cambio, “Divide
y vencerás”, de eso ya se dieron cuenta los que están cómodamente sentados en
los altos cargos de un país en donde para ellos también la cuestión es de “hacer
dinero”, no es un secreto que a nadie le interesa en realidad el bienestar de
una sociedad, su educación, su sistema de salud, su transporte y su desarrollo,
todo se resume a lo mismo nuevamente “hacer dinero a cómo de lugar” un panorama
muy oscuro pero real.
Siempre le hago la
misma pregunta a casi todos con quienes tengo una conversación sobre esta
tierra: quitando todo lo que no hicimos, es decir los mares, la rica geografía,
la comida, las plantas, la fauna, ¿díganme una sola cosa buena de Colombia? Y es
difícil encontrarla, pero yo si creo que tenemos algo bueno que a la vez es
nuestra perdición: El optimismo, ese optimismo casi idiota con el que el
colombiano siempre ve una luz al final del túnel, pero nunca llega hasta ella,
somos un pueblo de personas fiesteras, que siempre cree que todo va a mejorar
pero lamentablemente hijo mío, nunca ha mejorado y no hay razones para creer
que esto va a suceder, porque a diferencia de Chile, Hong Kong o Francia, somos
un pueblo sumiso y lleno de necesidad y miedo, nuestras protestas no son como
las de ellos, somos dóciles, nos arrodillan fácilmente, mientras el país se cae
a pedazos siguen jugando fútbol a estadios llenos, siguen haciendo conciertos, siguen
trabajando, nuestras protestas son débiles porque por miedo a perder los
trabajos con sueldos miserables se marcha de noche y se madruga a la oficina,
nuestras protestas son inefectivas porque sabemos que acá no les tiembla la
mano para disparar a matar, no se protesta en contra de un gobierno de
intelectuales sino en contra el gobierno de un país con un historial criminal y
de violencia que ha logrado que hoy con Internet tan al alcance del público,
las empresas productoras internacionales tengan entre sus logros más destacados
la producción de series y películas sobre lo que es y ha sido la violencia de este
país, Disneylandia para los asesinos, los sicarios, los corruptos, los
traidores y los avaros, lamentablemente es algo con lo que hemos aprendido a
vivir muchas generaciones y que la de hoy en día ustedes están descubriendo y
así como en todas hemos marchado y protestado, estoy viendo como están
doblegando también a esta a punta de balas y de indiferencia ante lo que se
pide.
Entonces, es duro
mirar a mi hijo con una esperanza, con ese optimismo colombiano a flor de piel
el cual todos tuvimos, es duro tratar de explicarle que no han inventado nada
nuevo, que acá si se ha peleado fieramente pero que nadie escucha, que la
corrupción se tragó todo lo bueno que hay en esta tierra, que somos un país en
su mayoría compuesto por mercaderes que tienen como única meta el dinero así
toque matar a otro, es duro ver que su esperanza va a caer contra el pavimento
de estas costras que llamamos ciudades y no sé como ayudar, por que el único
camino que veo para un verdadero cambio es el del terror, pero no comulgo con
eso, prefiero largarme nuevamente de mi patria a caer en el juego de ella, millones
acá se vuelven delincuentes por la necesidad.
Así que, no hay que
desfallecer, hay que seguir luchando hasta el final, porque vale más la vida de
una persona que muere luchando por una causa que la de un cobarde que pasa todos
sus años arrodillado, sometido a la dictadura perfecta en la que creemos ser libres,
pero estamos más presos que un condenado a la silla eléctrica.
Nosotros no recibimos
nada, no volvimos mierda nada, ya estaba así desde su inicio, espero que algún
día no muy lejano esto sea el paraíso que la mayoría cree que es, en el 91 se
dio un movimiento que terminó con una nueva constituyente que en el papel es
hermosa, pero que nadie cumple, que nadie conoce y que a nadie le interesa,
como dijo Danny Trejo en su película “Machete”, una cosa son las leyes y otra es
la justicia, acá pelao, la justicia no existe.