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viernes, 7 de agosto de 2020

Esos insoportables servicios y conciertos no solicitados

 De 'rolling' en Transmilenio

Que una persona te aborde en la calle a ofrecer un menú en un restaurante, que otro llegue al carro y desprenda un chorro de agua sin preguntar para limpiar el vidrio, que llegue un grupo vallenato o un mariachi afuera de las casa y apartamentos a cantar y a “hacer disfrutar a la gente”, que en Transmilenio se suban los raperos, gaiteros, acordeonistas, paleteros, o que toquen el timbre un domingo en la mañana para encontrarse a un testigo de Jehová queriendo adoctrinarlo a uno, son solo algunos ejemplos de servicios no solicitados que al menos para mi me parece fastidioso y lo detesto.

Un día venía discutiendo con mi esposa por una calle de Bogotá cuando se me acercó un hombre a ofrecerme el menú de un restaurante, amablemente le dije que no, que gracias, el hombre continuó insistiendo varias veces, a la quinta ya nos agarramos a golpes, sencillamente no lo soporté mal, mi accionar fue violento si, pero creo que lo merecía y la policía también lo creyó después de que le recordé que la constitución nacional me otorga el derecho fundamental a mi intimidad, a no se molestado en ella.

Mi esposa trabaja por Internet como muchas personas en consecuencia de esta pandemia, ayer tuvo un gran problema porque unos mariachis llegaron a cantar “con cariño” para todas las familias que estaban encerradas, ella estaba dictando un taller de educación financiera a los directivos de un banco, tocó llamar a la policía.

Y se entiende que la gente se rebusque, es lógico, este es un país de miseria en el que casi todos estamos en necesidad, es lógico que las personas busquen una forma de llevar un sustento a las casas porque Colombia no da garantías de vida sino a los pícaros, así ha sido y será siempre, por eso es que muchos optan por robar, atracar, secuestrar.

Nunca se me olvidan dos cosas, una vez un hombre me dijo que si el trabajaba no le alcanzaba para comer, nunca pudo estudiar porque no tenía dinero y si se robaba un celular de alta gama hacía en un mes lo que le tomaría un año trabajando de ocho a ocho, tiene razón. Tampoco olvido del día en que un tipo que venía soplando pegante me pidió una moneda, yo lo ví muy maltrecho y tenía dinero ese día, le ofrecí comprarle una hamburguesa, me dijo que no, que gracias, que lo que sucedía es que la hamburguesa le quitaba el hambre durante dos horas, en cambio el pegante lo hacía por dos días, igual le di el dinero.

¿Cómo hacer entender de una vez por todas la clase de miseria en la que nos tienen en este país? No se puede, las personas viven con una falsa visión de la realidad, una distorsión de los hechos constante. Por ejemplo, una casa, usted compra una vivienda y se endeuda a 15 o 20 años para pagarla, se esclaviza al sistema con la ilusión de “tener casa”. ¿De verdad es suya esa casa? No le es y nunca lo será, usted tiene que seguir pagando un impuesto para siempre al gobierno y si no se la quitan, el mundo está diseñado para eso, para que usted siempre pierda.

Pero entonces ¿Qué hacemos? A pesar de que yo odio los servicios no solicitados, detesto el vallenato, el reguetón y los mariachis, me los aguanto durante esta pandemia, espero a que terminen y se vayan, me soporto el mal momento porque sé que están sobreviviendo, en el caso de los que me abordan por la calle la primera vez le pido de buena manera que no lo haga, la segunda se lo digo serio, a la tercera ya es otro cuento. UNa vez termine esta pandemia hay que revisar esta situación porque hay personas que son bastante incicivas en estas cuestiones y las cosas se pueden salir de control e incluso terminar en tragedia.

Esto es solo una de las situaciones que ocasiona la falta de oportunidad para el desarrollo en este, el país más fel… perdón, más corrupto del planeta tierra.

 Foto cortesía de Plaza Capital.

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