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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cerrar la noche pero no el día.


Colombia se destaca por fracasar, fracasamos en todo, no existe una sola área de conocimiento en el planeta en donde no seamos los peores, menos en narcotráfico, corrupción y asesinatos, en eso somos los primeros o estamos en los primeros lugares. ¡Ah! pero en educación, salud, igualdad, ciencia y tecnología pueden buscarnos al final de las listas, Colombia solo sabe fracasar y lo hacemos porque nos gusta, porque acá todo el mundo piensa en sí mismo y no en los demás, porque este lote es el país de “como voy yo”, “a papaya puesta, papaya partida”, “hecha la ley, hecha la trampa”, “el vivo vive del bobo”, etc. Si se hiciera un estudio serio contando los estúpidos por millón de habitantes, adivinen que país quedaría de primero. ¿Les ofende? Pues a mi me ofende más la plaga de ignorancia generalizada que tenemos que aguantar a diario en este estado colapsado en donde solo unos pocos ladrones viven bien y el 99% de la sociedad está sumida en la miseria y la necesidad, eso sí me ofende más que decirle en la cara a los hijos de puta lo que son.

Este país siempre ha satanizado la noche y todo lo que tenga que ver con ella, un país mojigato que al igual que todo lo que dice a constitución, el aparte de la libertad de credos no se cumple y en cambio vivimos episodios ridículos como los protagonizados por un fanático extremista que se hace llamar a si mismo el “concejal de la familia” vetando a una banda por “satánica”, eso es estúpido, el epítome de la imbecilidad colombiana, el oscurantismo mental de los que nunca pasaron por una academia y juran saberlo todo y ser dueños de la moral. En este momento de la historia, en donde lo políticamente correcto y la ignorancia reinan esto es peligroso.

Entonces desde lo alto del olimpo de la genialidad de nuestros emperadores llegan las reglas de cerrar la noche, de poner ley seca, de quebrar los bares, de silenciar a la música creyendo que con eso en realidad han logrado algo para frenar el virus del Covid 19, esta caterva de imbéciles no se ha puesto a pensar que el virus lo esparcen las personas y no los lugares y entonces en sus mentes brillantes e inmaculadas solo comparables con la de un parásito dejan abierto el aeropuerto, organizan Covid Fridays, animan a la masa de borregos a irse a San Victorino, a Transmilenio, a los supermercados, a las plazas, apelando a una ridícula e inexistente “responsabilidad”, si de algo carece el colombiano es de cualquier intento de ser racional.

Los bares, restaurantes, los espectáculos y todo lo que tiene que ver con la noche están cerrados desde marzo, usen el cerebro, estrénenlo pensando en que hay que dejar atrás esa mentalidad medieval, extremista, ignorante y si van a cerrar el país para excusar la falta de experiencia de los estudiantes de medicina, la incapacidad de haber tenido ya la vacuna y la escases de medicamentos y de clínicas, cierren todo, absolutamente todo y no hagan más el ridículo porque aunque no lo crean, en esta finca árida y violenta aun vivimos personas que pensamos y nos ofende de sobremanera tener que compartir el aire que respiramos con millones y millones de estúpidos que aun creen que “el rock es satánico” y que en la vacuna viene un chip castrochavista, que el virus es ebrio y para las clases sociales bajas y tantas otras pendejadas que están clavadas en esas pequeñas cabecitas colombianas que solo sirven para decir “plata, plata, plata” y nada más, entiendan de una vez por todas que el virus se esparce por la irresponsabilidad individual, cirren todo, absolutamente todo, ya dejen de usar esa doble moral tan vergonzosa de los colombianos.

Y si le ofende este texto, entonces usted es parte del problema, de esa generación de idiotas políticamente correctos que solo sirve para hacer estorbo y llorar.

Foto de Nick Bondarev en Pexels

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