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martes, 23 de febrero de 2021

El virus vampiro.

 

Todo está abierto en Colombia, absolutamente todo, menos dos cosas, los bares y la mente de la mayoría de sus habitantes.

Desde su fundación, Colombia ha sido un país religiosamente hipócrita, este es el país en donde los sicarios rezan las balas para ir a matar con ellas, se las encomiendan a la virgen, es un país sin educación en donde los maestros mueren de hambre, los lideres sociales son asesinados, no existen masacres sino “homicidios colectivos”, el vivo vive del bobo, el bobo de la mama, a papaya puesta, papaya partida, hecha la ley, hecha la trampa y podría seguir durante horas pero no puedo, debo terminar este artículo rápido para ir a ver en donde robo algo de comida para darle a mis hijas mañana antes de que la mayor vaya al colegio y la menor despierte porque no está estudiando ya que fuimos victimas de una estafa por parte de El Instituto Paulo Freire en Bucaramanga, un “colegio” cuya dueña es amiga del gobernador de Santander, que está robando a cientos de familias pero no pasa nada porque está “protegida” por los corruptos. Ya intentamos todo, demandas, derechos de petición, pero esto es Colombia, esto es el paraíso de los mafiosos, Disneylandia para los hijos de puta.

 

No tengo como trabajar, cerraron la noche, los bares, la música. No debe extrañarnos, este es el país en donde un sociópata religioso que se autoproclama “el concejal de la familia”, pasó por encima de la constitución nacional para imponer una doctrina extremista y prohibir un concierto de Metal por “diabólico”, es decir, en Colombia aun funciona la inquisición y por eso es fácil entender porque se decidió destruir la vida nocturna de una ciudad en donde los mismos policías son atracadores y asesinos para terminar de consumar el control de la sociedad en medio de cada fracaso del país durante la pandemia.

La teoría de los estúpidos que dictan las normas es la siguiente: “El Coronavirus es un virus vampiro que le teme al sol, el se levanta al atardecer para ir a contagiar a todo el mundo en la noche en los bares y los restaurantes, donde los borrachos y escorias de la sociedad hablan sin tapabocas y son los culpables de los casi tres millones de contagios y más de 50 mil muertos en el país. Y a las 5 de la mañana el coronavirus se acuesta a dormir para que la gente de bien pueda ir aglomerada en el transporte público a trabajar en otras aglomeraciones como San Victorino, Supermercados, Clínicas, comercio informal y absolutamente todo incluso aviones abarrotados. Así actúa el virus en Colombia. Lo extraño es que… lo bares y la noche han estado cerrados desde el primer día de la pandemia, entonces ¿En dónde se contagiaron los casi tres millones de ovejas? Use el cerebro y responda la pregunta. Yo la respondo, me contagiaron, a mi familia también, en algún supermercado, en alguna tienda o por la gracias divina del espíritu santo, en donde quieran ustedes, menos en los bares porque ya no existen. Mi gremio, mis colegas, mis amigos, todos están comiendo pura y física mierda, endeudados, desesperados, deprimidos y sin absolutamente ninguna ayuda. Oh gloria inmarcesible, oh jubilo inmortal… lo único cierto es que la horrible noche es eterna en Colombia.

Este es un plan que se tenía, desde hace años el país lucha en contra de la noche, le tiene pánico, le tira la culpa de lo malo sin aceptar que los ladrones y asesinos están en los puestos de oficina, en las corbatas y las faldas elegantes, en las cenas en restaurantes caros y los hoteles de lujo, es una verdad que todo el país conoce pero que cobardemente esconden. Colombia es el lugar más corrupto sobre el planeta tierra y diciéndolo de frente, las putas de la 22 y los borrachos de los antros más puercos de Bogotá tienen más honor y lealtad que el 99% de esta patria, pero son parias de la sociedad, son en los que todos se lavan la cara.

Yo hago parte de los músicos de rock de una ciudad tropical e ignorante, hago parte de esas bandas que cantan insultando, que su público se conforma de mechudos de negro y rapados con chaquetas verdes y botas militares, hago parte de los tatuados, de los que beben, sobrevivo de la noche, de mis conciertos y eventos. Mi maestría, el pregrado y toda la experiencia en el exterior no me alcanzaron para tener amigos corruptos que me metieran a Idartes, a Sayco o a cualquiera de las entidades que desfalcan al estado a través del arte, tampoco clasifiqué a las convocatorias que les dan a los amigos, mucho menos he recibido ningún auxilio de ninguna entidad gubernamental, sencillamente nos cerraron la vida y les valió verga, hemos comido física mierda, mi esposa, mis hijas y yo, por los caprichos de un gobierno inútil y fracasado que decidió a última hora que de nuevo el alcohol tenía la culpa de todo… patético, da lástima.

La verdad escribir esto al nivel de lenguaje que la caterva de ovejas de este lupanar entienda es fácil, lo difícil es explicarle a mis hijas por qué tienen que aguantar hambre, así lloren y se enojen debo tratar de explicarles que así es este país de mierda, que así es Colombia y que a pesar de haber colocado tutelas, demandas, derechos de petición que nunca fueron contestados, tenemos que aguatar ser victimas a diario de las violaciones de una finca para sembrar droga como lo es Colombia y que en este momento no podemos escapar y largarnos a otro país porque si no tenemos para almorzar, mucho menos para irnos.

Lo más fácil, si yo fuera un colombiano puro, sería salir a matar, a atracar, armar un grupo de sicarios, comprar a la policía, que se yo, pero mi abuelo me enseñó a tener valores, a pelear, pero con honor, no por la espalda como lo hacen acá.

Así que me mantendré firme con la espada puesta, me quedaré quieto, pero si se acercan no dudaré en defenderme a mí y a mi familia y resistiré hasta el momento en que pueda irme para siempre de esta letrina horrenda en la que mi madre me expulsó de su cuerpo, con mis hijas y mi esposa, a la que saque engañada de su país con la mentira de que Colombia era un lugar en donde se podía vivir. Hoy perdí toda la esperanza que me quedaba en este desierto, este moridero.

Foto de Hudson Marques en Pexels 

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