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martes, 25 de octubre de 2022

Con ustedes El maestro limpiacagadas.


Me levanto a las seis de la mañana en mi habitación del Hilton y lo primero que hago es pegarme un baño, no me gusta colocar la ducha en modo masaje sino más bien al estilo “lluvia”, que llena todo el cubículo, eso sí, agua bien caliente porque en Carolina del Sur ahora es otoño y a veces hace frio en las mañanas. Después bajo al lobby a tomar el desayuno, es un bufete, cada día trato de tomar algo diferente, a veces me gusta agarrar omelettes con verduras y salchichas y otros días sencillamente una taza de cereal. Esa ha sido mi rutina durante dos semanas, duermo con tres almohadas de plumas, aire y calefacción, tengo nevera en el cuarto y en realidad es muy lindo. Hace mucho tiempo no tenía una calidad de vida como la que tengo en este momento. Acá vivo, en el Hotel Hilton en un pequeño pueblito de granjeros blancos en donde no soy nada, no soy nadie...


Salí de Colombia desesperado, lleno de odio, queriendo explotar al mundo, mirando con desprecio a las personas por las que trabajé tanto, pidiendo prestamos a todo el mundo para poder comprar un pasaje y llorando por dejar a mi familia para poder respirar otro aire, para poder sanar las heridas del alma por haber lidiado tanto tiempo con una caterva de desadaptados ignorantes con ínfulas de dioses, quería salir como fuera, a donde fuera pero no podía, estaba atrapado, el maldito dólar cada día subía y subía y mi proyecto de ir a realizar mis estudios de doctorado en España se veía cada vez más lejanos. Trabajaba todo el día todos los días, pero no recibía nada, hice cosas y eventos enormes durante años y solo ganaba envidias y enemigos, luchando junto a mi esposa, tratando juntos de llevar el día a día y darles a nuestras hijas una buena vida en esa letrina que me tocó nacer. Al final no soporté mas y me largué, le hice caso el estúpido dicho del colombiano promedio “si no le gusta váyase”, pues no me gustó y me fui, y no solo no me gustó, cargo en el corazón un odio visceral por ese pedazo de trópico en el que me expulsaron del cuerpo de mi madre.


Acá en el Hilton no soy un huésped, vivo porque me ofrecieron la oportunidad de trabajar acá, limpiando cuartos y como puedo hablar inglés también ayudo como traductor, llevo apenas dos semanas trabajando y si hablamos en dinero ya gané lo que ganaba en tres meses en Colombia y no tengo que pagar ni vivienda ni comida, soy housekeeping, tengo mi carrito con muchas cosas para arreglar cuartos, tengo líquidos para limpiar, toallas, ambientador, bolsas de basura y también tengo un churrusco para limpiar mierda, para limpiar las cagadas de los blanquitos o los negros que se quedan en este hotel en medio de la nada. Sí, comenzaré un doctorado en un par de meses y soy Magister en Estudios Artísticos de la Asab de Colombia, soy un hombre de academia y estoy limpiando mierda, porque los que limpian mierda en los estados unidos son los que envían dinero a los doctores de Colombia para que traguen, hoy, soy el maestro limpiacagadas ¿Y qué?


No saben la paz mental en la que me encuentro, sin tener que lidiar con un poco de personajes que para lo único que sirven es para crear memes y destruir a los demás, Colombia es un lugar en decadencia, pero eso no me molesta, lo que me molesta en realidad es ese positivismo tóxico del encantobeliever que cree que eso allá es un paraíso, pero vivimos muy mal, mal es piropo. Ahora cuando veo Facebook siento esas publicaciones lejanas y ya no siento esa responsabilidad de por lo menos en mi caso, tener que ser hipócrita con mis colegas, tener que decirles a los músicos que vamos para adelante y lo lograremos porque eso no va a suceder, jamás sucederá. Apoyar el rock colombiano durante 15 años ha sido como apoyar a la selección Colombia: Es meterle ganas, amor, tiempo y dinero a un grupo de mediocres que se creen estrellas y que siempre fracasan y su mejor talento es hablar mal de las personas que hacen algo por ellos y alabar a los ladrones que los usan para saquear. No todos, hay personas y artistas muy valiosos, pero son muy pocos. Ustedes lo saben… Me cansé.


Hoy soy el maestro limpiacagadas, lo soy con orgullo, ya no tengo deudas adquiridas por amor a la música, Colombia mató todo el amor y la pasión que le tenía a ciertas cosas, Colombia actualmente es un cáncer, una agonía, logré cambiar mi vida en poco tiempo y creo que por ahora es la mejor decisión. No me estoy retirando, estoy tomando lo que llaman un “sabático”, de seguro seguiré activo porque uno no puede escapar a lo que uno es, pero por ahora, me siento bien.


Mañana, el día después de estar escribiendo esto es mi aniversario, mi esposa sigue en Bogotá, luchándola, esperando a que yo consiga realizar esa meta de que podamos salir todos de allá, por que parece que después de tanto estudiar, de tanto aportar, de tanto trabajar y tratar con todos, la única cagada que no pudimos limpiar se llama “Colombia” y así será, por los siglos de los siglos, amén. 


“Se dice que la maldad se expía en aquel mundo; pero la estupidez se expía en este”.

Arthur Schopenhauer


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