He podido ser testigo de primera mano de las diferencias sociales tan radicales y marcadas en Los Estados Unidos, no es algo nuevo, pero hoy en dÃa hay una nueva clase social que se ha creado debido a los últimos acontecimientos como la diáspora venezolana y centroamericana, los caminantes y los buses que han enviado a ciudades “santuario” desde los estados fronterizos.
Esa clase social recién creada vino a reemplazar a las más bajas en la pirámide y está conformada por los migrantes indocumentados o incluso por quienes tienen visas pero no hablan el idioma Ingles y vienen a trabajar al paÃs para ganar el dinero que no pueden ganar en Latinoamérica. En Los Estados Unidos fácilmente un empleo en limpieza, construcción, jardinerÃa, restaurantes o cualquier oficio considerado “trabajo duro” puede dejarle al trabajador unos tres mil dólares al mes en promedio o más, sueldo que ni siquiera los profesionales podrÃan soñar ganar en centro y sur América en donde cada dÃa la situación es más compleja, más paupérrima y que ha desembocado en miseria, violencia extrema y necesidad absoluta en casi todas partes.
Pero a estas personas las están tratando muy mal. No solo los blancos, protestantes, nacidos en Estados Unidos sino los demás grupos que una vez fueron minorÃa, esto incluye a los afroamericanos y a los asiáticos quienes anteriormente tenÃan ese papel en el paÃs, hoy en dÃa parece existir una “latino fobia” en las tierras de la supuesta libertad. Asà he visto como varios son humillados, presionados y obligados a mantenerse en una especie de vergüenza y de perdida de la dignidad bajo el pretexto de “o haces lo que se te dice o te largas, o te denunciamos, o no te pagamos, o etc.” Sabiendo que por el dinero para mantener sus sueños o sus familias deben aguantarlo todo.
Ahà es donde entra en esta historia ese rubio, flaco, con sombrero vaquero estampado con la bandera de USA, cabello largo, tÃpica pinta de gringo de pelÃcula, de ese color leche que arrastra el inglés en una vocalización cansada. A él lo conocà en el hotel, estaba alojado en el mismo piso y todas las mañanas nos saludábamos, a mi me recordaba a Kid Rock, el rockero estrambótico. Este man era buena persona y todos lo consideraban buena persona hasta que un buen dÃa se pegó una de esas borracheras olÃmpicas dignas de mención y la trabó con varios porros. El rubio aparecÃa por los pasillos del hotel con una sonrisa eterna, hablando solo, deambulando y dando tumbos de lado a lado con una pipa de marihuana que le ofrecÃa a todo el mundo.
Ah, pero es un rubio, el complejo de Capitán América estaba primando sobre la razón, asà pasó un buen tiempo… deambulando por el hotel hasta que se hartaron y llamaron a la policÃa, la cuál lo abordó, lo llevó al hospital y al otro dÃa lo soltó. Él, regresó al hotel por sus pertenencias aun cuando sabÃa que no podÃa hacerlo y dejó destruido el cuarto, tocó usar a cinco trabajadores para poder arreglar el destrozo.
Yo lo acompañé abajo en el mismo momento en el que estaba sacando un loro que a saber hacÃa cuanto habÃa estado suelto en ese cuarto, cagándolo de piso a pared y que todos tuvieron que limpiar. “El loro se llama Bobby” me dijo, antes de que el supervisor del hotel lo amenazara con llamar de nuevo a la policÃa, asà que abrió su app de Robin Hood en donde aún le quedaban algunos retazos de bitcoin para pagar un Uber.
Fueron al menos seis dÃas… seis dÃas.
Al dÃa siguiente uno de los empleados del hotel, perteneciente a esta nueva y bajÃsima clase social que describo al principio, tuvo un pequeño altercado con un compañero y eso fue suficiente para echarlo, para sacarlo de acá. Para amenazarlo con deportarlo, con cárcel, etc. El no tenÃa loro como el man del loro, pero sobre todo el no era rubio, no hablaba Ingles y no tenÃa papeles. ¿A quién le pide ayuda un man de estos? Colombiano, acostumbrado a que no se le puede pedir ayuda a la policÃa en su paÃs porque son los mismos asesinos y cómplices de los asesinos.
Asà que se fueron dos, el colombiano por nada y el man del loro, tranquilo, en su camioneta, con sus juguetes, tal vez a destruir otro hotel en donde otros cinco pendejos que han venido del infierno van a tener que limpiar sus caprichos.