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martes, 14 de julio de 2020

¿Qué tan dispuesto está a ceder su verdad?





“Se lo dije”, “se lo advertí”, cuantas veces esas frases han entrado en nuestra cabeza como un misil que explota y detona una rabia incontenible que hace pensar -¿por qué no escuché?-, ¿por qué no hice caso? esa rabia que da ganas de volver el tiempo atrás y deshacer aquel error que llevó a un problema o tal vez a una tragedia, pero ya es demasiado tarde, ya sucedió y el tiempo, al menos en esta realidad, no tiene vuelta atrás, el pasado pasó y las consecuencias de este nos siguen durante todo el futuro.
 
Existe un síndrome, se le llama el Síndrome de Hubris, se trata de aquellas personas que creen saberlo todo, según un artículo de Infobae se resume como "la enfermedad del poder", la patología lleva a perder la perspectiva de la realidad., en este mismo artículo en donde se consulta a un especialista dice:

Es que el especialista insistió en que se trata de "un trastorno de personalidad transitorio, que tiene síntomas psiquiátricos pero más bien es observable desde lo sociológico dado que se relaciona con el momento que se esté viviendo" y suele revertirse cuando la persona abandona los ámbitos de poder.

Este especialista, atribuye el síndrome a personas que tienen poder y transitoriamente lo padecen, esto se puede reflejar en nuestros líderes que una vez son elegidos por el pueblo, en la gran mayoría de casos, suben a los puestos de mando y se les olvida que son servidores públicos y comienzan a actuar como emperadores o dictadores, es una enfermedad más común de lo que  parece, pero no estoy de acuerdo en que lo sufran solo aquellas personas, para mí está en la naturaleza de las personas que no han desarrollado un análisis críticos y que sienten que si pierden una discusión o aceptan un error su vida pierde un poco de sentido o su ego se trastoca y se disuelve. El error más común de todas las personas en no poder aceptar que se ha equivocado o que se va a equivocar.

Pirámide de la argumentación de Paul Graham
La cuestión es que desde que nacemos nos han llenado la cabeza de frases que hacen daño, como por ejemplo “usted puede llegar a ser lo que quiera ser y que nadie te lo impida”, “Usted tiene derecho a pensar lo que sea y nadie puede decirle otra cosa”, frases como esta condenan al ser humano a convertirse en un micromundo de realidad personal, en donde nadie puede llevar la contraria porque desata las pasiones, sobre todo en este momento de la historia en donde las personas se ofenden con cualquier cosa, la extremización y radicalización de lo políticamente correcto ha llevado al exterminio de la razón y los estigmas asociados a las creencias personales se vuelven leyes y hemos retornado a la quema de brujas, en este momento brujos, se vuelve muy peligrosa la falta de academia para todos, el acceso de educación que permita el debate y aprender a estar en discusiones en donde sea el argumento el que se imponga y no la pasión.

En resumen, la estupidez ha tomado el mando de la realidad y cualquiera que vaya en contra de ella es quemado en una hoguera por una horda de estúpidos que tienen una verdad en su mente la cual no se puede refutar.

No siempre se puede tener la razón, pero tampoco siempre se está equivocado, lo importante es saber cuando se tiene la razón y cuando se está equivocado y esto generalmente se resuelve en un debate argumentativo, pero si usted no está dispuesto a dar este debate y en cambio su reacción es esconderse, usar falacias lógicas, quedarse callado, o usar mano de amenazas entonces gran parte del problema es usted, así tenga o no la razón, porque lo que está haciendo es imponer una dictadura personal sobre los demás y ¡ay de aquel que ose a poner en duda su dictadura! porque se convierte en su enemigo, y en esta época en que es tan fácil acusar y destruir a una persona, estas dictaduras mentales son el equivalente a disparar una bala en la frente del enemigo, mejor entonces morir a vivir en un mundo así, ¿para qué? ¿Qué fue lo que construyeron ustedes entonces? Un mundo en donde cualquier persona por más absurda que sea la idea puede imponerla porque de lo contrario se están “vulnerando” sus derechos, así destruya a los demás con esa idea. Eso no es una sociedad, eso es un manicomio en donde gana el que más poder tenga o el que tenga los amigos que puedan destruir a los demás.

Descubrir que se está equivocado indudablemente representa un conflicto personal, es el ego enfrentado contra la realidad, The New York Times, en su artículo publicado en https://www.nytimes.com/es/2017/05/23/espanol/por-que-es-tan-dificil-admitir-nuestros-errores.html  expone que:

Los errores pueden ser difíciles de asimilar, por lo que a veces nos rehusamos a admitirlos, en vez de asumirlos. Nuestro sesgo de confirmación se impone y esto provoca que comencemos a buscar cómo probar nuestras creencias. El auto al que le bloqueaste el paso ya tenía una abolladura en la defensa, lo cual demuestra que fue culpa del otro conductor.
Los psicólogos denominan esto como disonancia cognitiva (el estrés que experimentamos cuando tenemos dos pensamientos, creencias, opiniones o actitudes contradictorias). Por ejemplo, es posible que pienses que eres una persona amable y razonable. Por lo tanto, al bloquearle el paso a alguien de forma abrupta, lo que experimentas es una disonancia y para poder sobrellevarla, niegas tu error e insistes en que el otro conductor debería haberte visto o que tenías el derecho de paso, aunque esto no haya sido así.

“La disonancia cognitiva consiste en lo que sentimos cuando el concepto que tenemos de nosotros mismos (soy inteligente, soy amable y estoy convencido de que esto es verdad) se ve confrontado por el hecho de que lo que hicimos no fue lo mejor, que lastimamos a otra persona y que esa creencia no es verdad”, dice Carol Tavris, psicóloga social y coautora del libro Mistakes Were Made (But Not by Me).

Ejemplos de este tipo de personas hay miles pero voy a ilustrar dos que tenemos en casi todas las familias, uno es la madre o el padre que piensa “no me importa lo que usted crea, usted vive en mi casa y acá se hace lo que yo diga”, con ese argumento, con esa falacia lógica desaparece cualquier posibilidad de darle la razón a las personas que dependen de ella, porque inmediatamente sienta el precedente de que si se está en contra de su pensamiento entonces la única salida es abandonar la casa e irse, por lo tanto la consigna es “Si quiere estar acá usted tiene que pensar como yo así esté equivocado”.

Otro ejemplo es la esposa o el esposo que siempre defiende a los hijos cuando cometen errores, tratando con violencia o desdén a la pareja cuando este o esta pretenden corregir el error, enfrascándose en peleas sin importar si esta deriva en el abandono, esto le da el mensaje errado a los hijos de que pueden hacer lo que quiera, equivocarse y nunca sucederá nada porque ahí esta el padre o la madre para defenderlo o corregir el error, lamentablemente muchos de estos niños crecen creyendo esto y terminan convertidos en asesinos, ladrones o corruptos porque saben que pueden hacer mal las cosas y no pasa nada y en países como los nuestros, lamentablemente es así, no pasa nada.


Así que cuando usted es una persona que trata de desarrollar un pensamiento propio, fuera del molde, se va a encontrar resistencias muy fuertes, si usted es una persona que ha estudiado para poder llevar a cabo debates y trata de discutir con personas que no tienen esta competencia la frustración va a ser grande, ¿cuál entonces es la solución? Esa es la pregunta a plantearse, porque aparentemente no existe, la solución más fácil es alejarse, que cada persona sea un mundo diferente en donde nadie tiene la potestad de opinar sobre lo que hagan los demás así las acciones lo destruyan o lo hieran, donde los hijos deben crecer sin control para hacer lo que quieran, en donde cada persona puede inventar una nueva ofensa y destruir a otra, en donde todo lo malo es bueno y viceversa, por lo tanto estamos acá enfrentados a la posible extinción del pensamiento analítico en la humanidad y todo comienza por la raíz, por la casa, por el núcleo familiar.

Para terminar, usamos una frase que se le atribuye a Freud y que hoy en día seguramente será criticada y borrada de los libros de la historia, así como se está borrando cada película, escrito, estatua, foto o persona que no le parece políticamente correcta a esta nueva humanidad de cristal, como si con eso pudieran borrar el pasado, pero cómo dice al principio de este escrito, el pasado no se puede borrar y hay que llevar las consecuencias, es mejor analizarlo para no cometer los mismos errores.

Antes de que te diagnostiques con depresión o baja autoestima, primero asegúrate de no estar rodeado de idiotas.
-S.Freud-

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