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viernes, 21 de agosto de 2020

!Gabo nunca escribió nada!


Ha estado circulando por estos días la noticia de la muerte de la compañera inseparable de Gabriel García Márquez, conocida como La Gaba, Mercedes Barcha, falleció y ya se unió a Gabo en su viaje eterno.

Antes de ser crucificado por el título de este artículo, quiero ser claro que he leído, disfruto y admiro a García Márquez, el libro que más me gusta es Crónica de una muerte anunciada, pero es sus “100 años de soledad” la que considero una obra majestuosa, monumental; pocas personas tienen la capacidad de armar estas tramas tan complejas, esos árboles de personajes que terminan siendo parte de la historia de la literatura y trasciende el tiempo como parte misma de la humanidad.

Ahora sí, hablemos sobre el título… recuerden que Gabriel García Márquez nació en Colombia, un país en donde la ficción supera a la realidad, además, ante todo era un periodista, ejerció el periodismo, le encantaba el cine, fue parte importante de la escuela de cine de San Antonio de los baños de Cuba, escribió una serie de libros de guion que son lectura obligada para quienes nos gusta el tema, la serie “me alquilo para soñar”.

Entonces seamos sinceros, ese realismo mágico el cual el “creó”, es el retrato de la realidad distópica y absurda de Colombia, Gabo no inventó nada (en el buen sentido de la historia), esos parajes y esas situaciones son reales en esta tierra, el país en donde nada es extraño, muchas veces cuando uno viaja al exterior la gente no puede creer las historias que se les cuenta de Colombia, en esta tierra de dan cuestiones “macondianas” como que la máxima autoridad anti-corrupción del país es arrestado por corrupción o que dieron permiso de abrir los bares pero sin vender licor, no es un chiste, no es un personaje de novela, es la realidad.

No sé si ustedes vieron la película Big Fish de Tim Burton, una obra maestra del cine, en donde un hijo va a visitar por última vez a su padre moribundo a quien nunca le creyó todas las historias que le pasaron durante su vida, bueno, más o menos eso es ser colombiano. Mi esposa por ejemplo es una hermosa salvadoreña con la que he transitado 18 años de esta vida, la conocí siendo locutor de radio en El Salvador, en las noches en que nos estábamos conociendo, cuando salíamos yo le contaba historias de Colombia y cosas que nos sucedían, ella se reía, pero era esa risa incrédula como para “llevarme la cuerda”, años después cuando vinimos a vivir al país y uno a uno fue conociendo los personajes y las situaciones de “realismo mágico” que yo le había contado, sencillamente no lo podía creer, y es que no es sencillo que alguien de otro país se trague entero lo que acá sucede, son historias de terror, de comedia, de absurdos tan extrañas e inconcebibles que cuando García Márquez las retrató en sus libros, el planeta entero aplaudió de pie su “imaginación” pero lo que en realidad estaba haciendo era sencillamente contar la cotidianidad de esta patria tan fallida y tan rocambolesca.

La misma historia de Gabo es netamente colombiana, le tocó irse del país, acá no lo querían, incluso después de que falleció recibió insultos terribles, Cien años de Soledad no fue publicado en Colombia, argentina lo publicó, Colombia solo reclamó las mariposas amarillas y su obra cuando ganó el nobel, es típico de esta patria, ha sucedido con todos los que tienen que salir de acá y empeñar hasta su alma para lograr sus sueños, una vez conseguidos sin ningún apoyo de esta tierra, ahí si se reclama el triunfo: “Nuestro premio Nobel”, “Nuestro corredor de Fórmula Uno”, “Nuestros ganadores de Grammy”, “Nuestro beisbolista”, otro de los amañes más típicos del colombiano, celebrar triunfos ajenos.

Yo escribo esta columna con el único afán de generar una reflexión la cual ayude a cambiar el sentido de lo que significa “la patria”, tal vez muchos de los que la lean no son colombianos pero de seguro tienen algo que decir sobre su patria, por ejemplo en esta, la mía, las oportunidades son difíciles para casi todos, la estamos pasando mal y Gabo por ejemplo retrató esa miseria, esos dolores, esa pobreza, el nació pobre, se formó su carácter en París, su novela la publicaron en Argentina no en Colombia, termino exiliado, vivió en Cuba, murió desterrado de su propia tierra, ni siquiera pudimos quedarnos con su obra porque el gobierno no quiso pagar a la familia por ella, lo que sí hizo un museo norteamericano y ahora es de ellos y sin embargo en Colombia se refieren a él como “nuestro premio Nobel”.

A veces dejamos ir a nuestras más grandes mentes y queremos que de regreso amen los países cuando ya es tarde, cuando ya la cicatriz que se lleva en el corazón no puede sanar.

Gabo y su majestuosa pluma, como buen periodista, lo que hacía era contar la verdad de lo que sucede en Colombia, que es tan dramático y a la vez tan cómico, son situaciones tan increíbles que ni el más prolífico de los creativos pudiera imaginar, otro ejemplo… hace unos días arrestaron al expresidente Álvaro Uribe y cientos de personas se ganaron la lotería con el número de reo del personaje, eso es realismo mágico, así como cuando Escobar se ganaba la lotería varias veces, eso es macondo, pero eso es la realidad, esa que retrató un hombre que inventó un género literario que sorprendió al mundo entero y cuya impresionante característica era retratar de manera sublime la realidad absurda, loca y maniatica de la sociedad colombiana.

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