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lunes, 31 de agosto de 2020

Preocupante que en Colombia se aplauda y se premie la ilegalidad, la censura y las noticias falsas.

Albert Einstein dijo una vez, "Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo", el científico se equivocó en el postulado, existe algo aún más infinito que la estupidez humana y eso es la corrupción colombiana, no existe otro país en esta tierra que sea tan deshonesto, tan ilegal y tan abusivo como este. Lo peor es que acá ya se normalizo esa corrupción y la gente lamentablemente aprendió a vivir con ella y es “normal”.

Lo primero que uno aprende en la carrera de comunicación y periodismo, es como este país detesta a los verdaderos periodistas que se dedican a la información veraz, a la rigurosidad académica, la investigación y la denuncia, para darles paso, amparados bajo el artículo 20 de la nunca respetada constitución nacional, a una caterva de individuos empíricos que se autonombran periodistas y se someten de manera servil a los intereses de los poderes con tal de ganar dádivas y favores, el periodismo en Colombia está en un estado paupérrimo y decadente, precisamente porque la mayoría de los ciudadanos vive en estado de necesidad y a las élites, sean estas de la ideología que sea, les conviene tener arrodillados a los medios porque el poder de la información es más letal que el militar en muchas ocasiones, Colombia sabe de esto, somos profesionales en eliminar periodistas.

A uno no le cabe en la cabeza cómo pueden adoptar un eufemismo tan macabro como “homicidios colectivos” para llamar a las constantes masacres que suceden a diario en el país y tratar de esconder la violencia sin control que se vive acá cada segundo de la existencia. Pero es Colombia y acá todo puede pasar, nada sorprende.

Lo peor de todo es que los mecanismos de defensa ciudadana son un invento inútil para servir de placebo a los ciudadanos que quieran defender y hacer respetar sus derechos, al final uno termina entendiéndolo, que acá funcionara la tutela, el derecho de petición o la defensoría del pueblo, sería como haber pedido que Hitler colocara una oficina de atención y defensa a los judíos, así que acá nuestra libertad de expresión no existe y vivimos en una tierra de emperadores que callan, silencian la realidad y la tapan con noticias falsas, palabras distorsionadas, vetos, censuras y no se queda ahí, a muchos de estos los premian, les dan reconocimientos y dineros del estado como es el caso del portal de noticias falsas “Actualidad Panamericana”, portales como estos están prohibidos en el país, pero a ellos les dan condecoraciones, los invitan a paneles y son vistos como “las estrellas del anonimato”, solo en un país con discapacidad mental colectiva puede suceder algo así. O que se permita que una red social como Facebook censure ilegalmente a diestra y siniestra las voces de todos los que se atreven a alzarla en estos momentos tan difíciles demuestra que somos perros entrenados para saltar cuando nos dicen y callar cuando lo ordenan, Colombia siempre ha estado y estará arrodillada a los intereses del dinero porque en esta tierra a nadie le importa nada que no sea el dinero. Es tan absurda la situación en este país, que si uno encuentra a un amigo en la calle que no haya visto en un poco tiempo toca preguntar ¿qué estás haciendo ahora, a que te dedicas? Porque acá nadie sabe que es lo que hace nadie, solo sabemos que todos andan buscando dinero como sea, y acá para que uno gane algo, otra persona siempre tendrá que perderlo todo, es la dinámica colombiana desde el mismo inició de la patria, desde su misma fundación, está en nuestra naturaleza.

Todos pudimos ver una lista de medios e influencers perfilados por el gobierno nacional, los que salían con calificaciones positivas es que no representan una amenaza para la dictadura moral y adoctrinada que nos han impuesto desde hace siglos, la mordaza está puesta hace años solo que no la vemos porque ya nos acostumbramos, así como nos acostumbramos al tapabocas, siempre lo hemos tenido, solo que ahora es visible y se vende en colores varios.

La mayoría de los medios masivos de comunicación colombianos son patéticos y sus equipos muy mediocres, a veces hasta la absurda sección apodada “cultura” en donde solo hablan de novelas pintorescas y temas sin sentido se siente más seria que los debates y denuncias que deben hacerse, el periodismo como dijo Carmen del Riego en Madrid “‘El periodismo debe ser incómodo con el poder, pero también con la sociedad’ no se trata de hacer amigos sino de ser incómodo, de mostrar la verdad que no se ve, de informar para que se tomen correcciones, para poder construir un mejor país, un mejor mundo… ah, pero me acuerdo que vivo en Colombia y se me pasa.

Acá entonces la censura no solo es legal sino aplaudida, las noticias falsas no solo son legales sino aplaudidas, cada vez que se denuncian estas acciones se archivan los procesos o sencillamente se configura un silencio administrativo y todo sigue igual en el país con una de las mejores y más lindas constituciones del universo, pero que somos incapaces de cumplir y todo se hace exactamente al contrario de lo que ahí dice.

Somos un gran manicomio, un panóptico enorme en donde constantemente estamos creyendo que todo lo hacemos bien, pero la experiencia nos muestra que lo único que hacemos bien es fracasar. Tomar a la ligera el periodismo, uno de los poderes más importantes de la sociedad, es lo mismo que permitir que cualquiera se autonombre médico y comience a volear machete en un quirófano para extirpar tumores. Así… así de absurdo es Colombia.

Foto de Connor Danylenko en pexels.




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