Con cariño...
El colombiano, el humorista, el amoroso, el sabeloto, el que lo hace todo con amor, pero únicamente por el dinero, el tránsfuga, el pasional, el pendenciero, el más feliz del mundo, pero su humor es negro.
El colombiano, el narco, el orgulloso, el hermoso, el del dialecto extraño, el musical, intelectual, internacional, el futbolista, el cafetero que endulza su fruto con amargura.
Ese colombiano, el de la arepa, la payaya puesta, el de la cerveza y el aguardiente, el podrido, la rata, el torcido, el político, el ingeniero, el psicólogo y el director técnico, eso sí… empíricos.
El colombiano, el del titulo colgado en la pared, el que nunca leyó un libro porque ¿pa’que?, de que vive esperanzado aun cuando está muriendo, el eterno optimista, el eterno perdedor.
El colombiano, el que usa su fuerza, el que lucha la inteligencia, el oligarca de izquierda, el pobre de derecha, los dos mares y las tierras fresca, el que sueña, pero su realidad apesta.
Ese colombiano que camina el mundo llevando una bandera en su lado más profundo, el que canta vallenatos con la ruana puesta, el ciclista al que nadie hasta que gana le apuesta.
El colombiano valiente, que echa plomo con los dientes, el de las noticias falsas, el corrupto de corbata, el policía que mata, el guerrillero que embolata.
El colombiano de campaña, el que el hambre engaña, la empanada, la ensalada, el ajiaco, la bandeja paisa, lo frijoles, el mondongo, la rellena y la cabeza gacha.
Ese colombiano que necesita todo y que lo tiene todo, el que aun sabiendo que vive en el infierno con alegría canta, el que ama su tierra desde tierras lejanas, el que nunca, así nade en mierda pierde la esperanza.
#Szarruk
