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lunes, 10 de noviembre de 2014

¿SON LOS ESTUDIOS CULTURALES UNA ESPECULACIÓN DEL CONOCIMIENTO?

Abordaré el escrito del profesor Santiago Castro Gómez: “Apogeo y decadencia de la teoría tradicional: Una visión desde los intersticios” publicado en el libro “Estudios culturales latinoamericanos, retos desde y sobre la región Andina” publicado en 2003 por la Universidad Andina Simón Bolívar.

Al autor se desempeña como profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Javeriana en Bogotá, en donde también hace investigación.

El texto al cual me refiero es un dialogo entre las posturas del profesor Castro frente a las ideas y conceptos publicados por el autor Carlos Reynoso en su libro “Apogeo y decadencia de la teoría tradicional” donde el autor expone una visión un poco fatídica de lo que son los actuales estudios culturales y su implicación en la construcción del conocimiento.

El escrito esta dividió en tres partes en donde el maestro Castro personifica o le da identidad a los estudios culturales como “El diablo” basado en los postulados de Reynoso.

Pero antes de abordar el tema del cual trata el escrito, vamos a dar una rápida mirada al concepto de “Intersticio”.

Según el diccionario de la RAE el concepto sería el siguiente:

En Biología: Intersticio celular, espacio intercelular filtrado de plasma con proteínas, donde puede haber o no una pequeña cantidad de células.

Intersticio, hábitat endobentónico de los ecosistemas acuáticos y cuyos habitantes ocupan resquicios y huecos naturales del suelo submarino.

En Geología: Intersticio, espacio hueco entre los granos de una roca.

En Física del estado sólido: Epacio hueco entre los átomos de un sólido.

En Lugares de trabajo: Aberturas o agujeros de los pavimentos perforados en los peldaños de algunas escaleras o plataformas.

Por lo tanto para nuestro interés, asumiremos la palabra como los espacios, los “recovecos”, es decir los huecos que quedan. Cada uno asumirá su posición desde esta definición.

Castro comienza haciendo una reflexión subjetiva de como el libro le gusta y al mismo tiempo no le gusta. Le gusta porque siente que Reynoso da en el clavo con algunas de las quejas que presenta ante los actuales estudios culturales, pero no le gusta porque siente que es un libro pasional y con una visión demasiado personal en la que Reynoso busca la reafirmación de la “Teoría Tradicional de la ciencia” para anular un poco la validez de los estudios culturales, el siente que el libro está basado más en la cientificidad que tuvo su apogeo en los siglos IX y XX que en la realidad actual del campo de conocimiento. Y es por esto que Carlos Reynoso se aventura a crear un demonio de ellos, convierte entonces a los estudios culturales actuales en “El diablo” y lo discute.

Castro pretende hacer un dialogo crítico con el libro dividendo el escrito en tres secciones que se basan en preguntas extractadas del texto original.

La primera sección se titula: “La invención del Diablo” en donde se presenta una visión poco esperanzadora de los estudios culturales. En este aparte se habla de estos estudios como “El último grito de la moda” y esto se refiere al boom teórico que se ha visto en los últimos años respecto al campo de conocimiento y en la creación de carreras y facultades que tienen la etiqueta de “Estudios Culturales” así como de gran cantidad de literatura sobre estos temas.

Carlos Reynoso afirma que los estudios culturales no han realizado verdaderos aportes a las ciencias sociales y ni siquiera al planeta ya que ellos poseen una debilidad teórica que se debe a dos factores principales: 1. Como lo dice el Dictum de Marx a que le han dado prioridad a las praxis sobre la teoría y 2. Que los estudios culturales se han limitado a “depredar” los logros metodológicos de las disciplinas tradicionales (Santiago Castro, Apogeo y decadencia de la teoría tradicional: Una visión desde los intersticios)

También se afirma que los estudios culturales no se pueden desligar de la política, que siguen siendo una dimensión política del conocimiento y que los que se interesan en estas áreas tienen una visión romántica y sobredimensionada de sí mismos, llama a los estudios culturales “los peores enemigos de las ciencias sociales” y los deja muy mal parados al concluir que no han hecho jamás un aporte real a las mismas.

Por lo tanto las coloca como una especie de monstruo, un Frankenstein hecho de retazos de diferentes áreas, de pellizcos de la antropología, la sociología, la lingüística, etc. Que usa la retórica y el lenguaje sofisticado para tapar en realidad problemas banales.

Y en algún punto yo podría estar de acuerdo con esta última aseveración, creo firmemente desde la parte comunicativa que el lenguaje debe ser puesto al nivel de los que escuchan, el excesivo uso de palabras rimbombantes o desconocidas confunde a la audiencia y es para mí un acto egocéntrico que busca el reconocimiento de los demás para que piensen que se posee una inteligencia declarada. Yo no puedo hablarle a un habitante de la calle como a un académico y viceversa, parte de la versatilidad del lenguaje es adaptarlo y los textos académicos deben perder ese tinte incomprensible para que sean alcanzados cada vez por más personas.

Y terminando esta sección, nos damos cuenta entonces que Reynoso está de acuerdo en mantener ese paradigma hegemónico de la cientificidad en el que todo debe estar “Comprobado”.

La segunda sección del escrito se titula: El Fantasma del diablo se toma la academia” en donde el Reynoso arremete ahora contra la mediocridad en las aulas y los campos de investigación de los estudios culturales y en los que el profesor Castro le da algunas razones también.

Se dice que los estudios culturales han tomado una actitud Ligth que fue adquirida en el transito que estos tuvieron desde Europa a Los Estados Unidos en la década de los 80. Pasaron de las facultades Europeas de Ciencias Sociales, a las facultades Estadounidenses de letras y humanidades, así, Estados Unidos se distanciaba de las ciencias sociales ya que en la academia vieron la oportunidad en este nuevo campo de conocimiento de ascender rápidamente en la jerarquía y podían romantizar y banalizar los objetos de estudio, sobretodo porque era fácil, o aún sigue siendo fácil encontrar cualidades “estudiables” en sectores del planeta como en el llamado “tercer mundo” en donde por ejemplo alguien puede reunir en una sola persona, el ser indígena, artista, pobre, inteligente, etc.

Según el profesor Castro, otros puntos en los que acierta Reynoso en su libro comprenden la falta de reflexividad y la ligereza epistemológica de los estudios culturales y su falso carácter antidisciplinar.

De la falta de reflexividad y la ligereza epistemológica se refiere a que los estudios artísticos vienen tomando “prestados” o roban pedazos de estudios previos en las ciencias sociales, toman conceptos y su ligereza se convierte entonces en un exponente de la teoría tradicional. Su apreciación de la falta de carácter anti disciplinario se refiere a que es falso que los estudios culturales son un acto liberador de las ciencias sociales y acude a una frase épica para explicarlo: “Dicen estar en la capacidad de analizar críticamente los dispositivos de poder, pero al asumir una actitud decididamente anti institucional, desconocen una de las lecciones básicas que hemos aprendido de Althusser, Foucault y Bourdieu: las instituciones académicas, incluyendo aquí las disciplinas, son “campos” en los que se libran importantes luchas (políticas) por el control de los significados. Por esta razón, el anarquismo institucional del que hacen alarde ciertos practicantes de los estudios culturales no es tan solo una actitud infantil, sino que también es una malísima estrategia política. (Santiago Castro, Apogeo y decadencia de la teoría tradicional: Una visión desde los intersticios)

La tercera y última parte del escrito se titula “El diablo no es como lo pintan” y comprende la defensa que hace el profesor Castro de los Estudios Culturales.

Castro quiere demostrar que sí se ha contribuido en algo y es precisamente en los lugares en los que Reynoso niega que haya sucedido, es decir en el método y en el conocimiento.

El profesor insinúa que tal vez el ataque de Reynoso a los estudios culturales se debe a que ve amenazado su campo que es la Arqueología y que las ciencias sociales actualmente enfrentan algunos desafíos.

Plantea la pregunta ¿Qué estudian hoy las ciencias sociales? Y reflexiona que hoy, la sociedad es muy diferente a la que teorizaron por ejemplo Marx, Keynes, Smith, Ricardo o Prebisch. Hoy vivimos en un capitalismo post-industrial lo cual obligo a la cultura a perder esa cualidad nacional para convertirse en algo globalizado que se esparce de manera acelerada. La industria cultural se convirtió entonces en una de las mayores fuerzas de producción gracias también al desarrollo de los medios de comunicación y su afán por mediatizarla.

Dentro de las implicaciones que esto contiene se intuye que la cultura se convierte en un campo de estudios por sí misma y se desprende entonces de las ciencias sociales. Esto tiene según el texto ciertas implicaciones para una re-definición de la cultura como objeto de conocimiento científico.

Tres son las implicaciones que aborda el profesor Castro en el texto. Primero que la cultura ya no haría parte de la antropología que era el área de estudio que se encargaba de ella dentro de las ciencias sociales de manera tradicional, ya que los límites que se habían marcado en ellas han desaparecido con los nuevos conceptos de qué es “cultura”.

Segundo, que la cultura ya no se ve como un reflejo de las estructuras de la sociedad, como el color de lo que pasa en cada época.

Y por último que la cultura entonces ya no sería parte de los estudios humanísticos y debe estudiarse además de lo que se conoce como “alta cultura” todo lo que implica la “cultura popular”.

Es por esto que los estudios culturales entonces no deben ser considerados como una nueva disciplina que quiere reemplazar las tradicionales ciencias sociales, sino como un espacio común en donde se encuentran varios conocimientos y ayuda a remodelar todas estas disciplinas. El profesor Castro concluye su escrito recalcando lo que para él serían entonces algunos de los aportes de los estudios culturales a nivel metodológico y epistémico.

Por el método, los estudios culturales han ayudado a superar la división entre el subjetivismo y el objetivismo vinculando los niveles de la sociedad.

A nivel de conocimientos serían la aproximación a una nueva forma de sentido común que ayuda a crear otras formas de conocimiento en la que participan todas las comunidades interpretativas.

Podemos entonces concluir con este texto que lo que está en decadencia no son los estudios culturales sino la teoría tradicional de la cual se aborda una extensa explicación en el texto “TEORÍA TRADICIONAL Y TEORÍA CRÍTICA DE LA CULTURA” escrito también por Santiago Castro Gómez y que puede ser consultado en el link: 
http://www.unimep.br/phpg/editora/revistaspdf/imp29art08.pdf 
y que trata también la teoría crítica. Que los estudios culturales son aún un campo en construcción y no tienen la obligación de superar la teoría tradicional. Que los estudios culturales son un área común de conocimiento y no una anti disciplina libre.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Castro-Gómez, Santiago. 2003. Apogeo y decadencia de la teoría tradicional: una visión desde los intersticios.Quito: UASB/ Abya Yala  

Reynoso, Carlos. 2000. Apogeo y decadencia de los estudios culturales. Barcelona: Gedisa.

@felipeszarruk
#estudiosartísticos

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