Recomiendo para
la lectura de este pequeño ensayo, usar audífonos con alto volumen y buena
calidad de audio. Escuchen
The Cure, a Guns and Roses, Pink Floyd, Radiohead. Si van a colocar
a Presley que sea Misterious Ways, en fin, rock que llene sus almas.
Desde que el Rock and Roll se hizo público a mediados
de los años 50 en los Estados Unidos e incluso unos años atrás con todo el
universo creado por músicas como el “Swing”, el Jazz o el Blues, la sociedad se
ha escandalizado con su tono transgresor, sexual y rebelde. El rock nace como
el lenguaje de los parias, de los diferentes y se instala rápidamente en el
mundo para convertirse en la voz universal de la contracultura, con el
nacimiento de este nuevo ritmo aparecen también rituales corporales que rompen
esquemas y morales y que se convierten rápidamente en parte de la cultura
popular y en movimientos de resistencia ante lo establecido.
El cuerpo, la apariencia física y la moda han jugado
desde el nacimiento del rock un papel casi tan importante como la misma música,
romper cualquier límite se volvió tan importante como tener un hit en la radio.
Tomaremos la figura de Elvis Presley como modelo para
iniciar un análisis sobre la importancia del cuerpo y sus rituales en el rock,
su juego y su impacto en la escena y como la provocación a las normas colocaron
en el panorama mundial a un montón de estrellas que marcaron generaciones y
como de muchas maneras han impactado en nuestra propia sociedad.
Elvis Presley, un camionero que llegó por casualidad
al estrellato es considerado como “El Rey” del rock, rápidamente se dio cuenta
del poder que ejercía en las jovencitas al mover sus caderas de una manera casi
espasmódica. La carrera de Elvis se vio marcada por escándalos y fama a tal
punto que sucumbió ante estos, la forma de vida y de muerte de Presley sería
emulada por decenas de estrellas de rock, sobre todo en Estados Unidos e
Inglaterra en donde se desarrolló como una industria millonaria, y fue
precisamente esa industria millonaria la que se dio cuenta que podía vender
todas estas nuevas corporalidades y estos nuevos rituales del cuerpo.
En el libro Heterodoxias
y Contracultura de Fernando Savater y Luis Antonia de Villena, encontramos
la siguiente historia sobre el rey: “Cuando Elvis se moría cantando en el
escenario (Elvis, la pelvis, como le llamaron) Su movimiento se pretendía en un
éxtasis y una provocación. Un éxtasis porque el cuerpo todo comulgaba con la
música, que le entraba por los poros y le hacía sacudirse y vibrar; y
provocación porque era el sexo y todo lo que con él se relacionaba lo que
servía como movimiento extasiador e insinuante.” (Pag 146)
El Rock and Roll le abrió la posibilidad a los jóvenes
de gritar lo que pensaban y de ser ellos mismos, la universalidad le permite
adaptarse a las sociedades y adoptar con esto toda la parafernalia cultural.
Nace entonces el ritual del rock, entendiéndolo como
la adoración de la libertad, del rompimiento de las normas, de la separación de
lo mortal y lo divino, de ser parte de una esfera en donde al parecer todo es
claro para quien lo vive y confuso para quien lo observa, algo que contenía una
libertad nunca antes vista, y con los sub géneros nacen también nuevos rituales
que se adaptan a cada tribu urbana.
En los años sesenta, el movimiento Hippie coloca en
escena uno de los despliegues más coloridos en la historia de la música y con
eso, la llegada del sexo libre, los viajes en ácidos, la libertad de movimiento
tanto en el escenario como en el público y un sinnúmero de nuevas expresiones
corporales y visuales que el rock ha aportado al espectro de las artes.
Se hace importante la ropa de colores que contrastaban
con las prendas militares de un solo tono que se usaban para pelear en la
guerra de Vietnam, un conflicto que marcó profundamente a la generación joven
de Los Estados Unidos que veían el conflicto como una masacre sistemática de
sus iguales. Esta generación realizó múltiples acciones de resistencia que alcanzaron
su cumbre en el Festival de Woodstock en 1969, el cual aún se mantiene como el
referente por excelencia de los rituales rebeldes y contraculturales en la
historia moderna.
En Woodstock casi todos los exponentes tenían definida
una corporalidad específica, los artistas crearon rituales personales para
marcar sus territorios, desde las caras ultra dramáticas de Janis Joplin al cantar que expresaban el
dolor interno que la artista sentía con sus mensajes, hasta las contorsiones de
Carlos Santana quien clamaba que su guitarra se había convertido en serpiente y
no lo dejaba tocar. Todas estas expresiones se convirtieron en rituales del
rock que han sido adaptados por cientos de otros artistas hasta el día de hoy,
siendo uno de los más conocidos la forma de barrerse en el suelo de Pete Tonwshed de The Who y terminar
frenando en seco con un golpe seco sobre las cuerdas
de la guitarra con la distorsión todo tope. En la película School of Rock (Escuela del Rock) Protagonizada por el comediante Jack Black, se hace un recorrido sobre
todos los estereotipos que el rock ha marcado en sus rituales, a esta expresión
la llaman “la barrida de poder”
Los setenta fueron la época cumbre de la sexualidad en
escena con bandas que de manera desaforada intentaban encender las audiencias
con shows orgiásticos y sexuales, el mundo aún no estaba preparado para ello
pero gracias a todo esto nacieron movimientos impresionantes como el Heavy
Metal que hoy en día sigue siendo uno de los más fuertes y más diversos y es
precisamente este movimiento del Metal, uno de los que más ha aportado a los
símbolos físicos del rock, el cuerpo se convierte en un instrumento más para
participar de los rituales.
Air Guitar es el nombre con el que se conoce la actividad de
tocar una guitarra imaginaria, adoptado por muchos fanáticos del Rock and Roll
al identificarse con una de las figuras más imponentes de la escena: Los
guitarristas, quienes siempre han gozado de lugares casi irreales y se han convertido
en los héroes por naturaleza de los sonidos más duros. Hendrix, Page, Clapton,
Santana, Gilmour, son solo algunos de los apellidos de grandes monstruos del
instrumento a los cuales los fans emulan. El ritual de emular a los
guitarristas permite al espectador jugar a ser parte de la banda, a emitir el
sonido que está escuchando, personificar por un instante a su ídolo. Este tipo
de ritual en el rock se ha hecho tan popular que existen en el mundo
competencias de Air Guitar que
requieren un alto grado de práctica y concentración. Y es que un concierto de
rock no puede ser considerado sencillamente como un recital ya que el público
se compenetra de maneras casi místicas,
una descripción acertada se presenta en otro texto de Heterodoxias y Contracultura: “Un concierto de rock se convierte en una
especie de ceremonia religiosa, en la que –guiados por unos oficiantes- todos
participan. Los cuerpos se arrastran a un éxtasis que suprime el devenir del
tiempo –y por eso se parece a la muerte- y la potenciación de cuerpo y sexo,
crea una sensación de plenitud y totalidad, que de alguna manera (por vía
mística) también tiene que ver con la muerte, en cuanto que ésta es entendida
como sinónimo de plenitud, de orgasmo, de intensidad suma, de quietud, de
éxtasis nuevamente…” Villena (pg46)
Uno de los símbolos más poderosos y universales del
rock es la mano cornuda, satanizada durante años, se tiene como oficial la
versión de que fue instaurada por Ronnie James Dio trayendo a escena el ritual
de su abuela italiana para espantar el Maloccio o “mal de ojo”, al parecer esta
señal que se hace juntando el pulgar con los dedos medio y anular y dejando
rígidos y estirados los otros dos es una forma de invocación para salvar de los
espíritus a quien sea acechado por ellos. La mano cornuda se mantiene como el
símbolo de la aceptación del público hacia lo que está escuchando. Mientras
otros símbolos como el encendedor de cigarrillos prendido en una balada
iluminando el estadio dio paso a los cientos de luces de pantallas de celular
que hoy graban el concierto.
La mano cornuda ha sido relacionada con los masones o
los Illuminati por su naturaleza de ritual mágico, se supone se usa para
destruir hechizos o encantamientos mostrándola directamente a los ojos de la
persona poseída o afectada por las enfermedades causadas por fuerzas del más
allá. Para otros este símbolo se
relaciona con el satanismo y es conocida como El símbolo de Voor, una poderosa invocación que adora al demonio
imitando su cara y sus cuernos con la mano. Sin embargo este símbolo, no pasa
de ser un juego más en el ritual del rock, muy poca gente en realidad se toma
en serio el culto satánico dentro de los fanáticos del género, aunque si
existen movimientos que adoran al demonio, es casi invisible y la fama
diabólica del rock se ha construido más por la ignorancia y las historias de
los medios de comunicación.
No solo la música ha sido satánizada en el rock,
también personas que se salen de lo normal y rompen todo paradigma. Jim
Morrison fue el epitome de la estrella de rock, bello físicamente, desaforado,
drogadicto, poeta, inteligente, místico y misterioso era considerado un ser que
despertaba al menos una emoción en cada persona con quien interactuaba.
Morrison tenía la costumbre en sus inicios de cantar de espaldas al público
porque le daba vergüenza y esto era malinterpretado como desprecio hacia la
audiencia, su forma de moverse, su pantalón de cuero y sus motivaciones
claramente sexuales lo convirtieron en casi un dios para los muchachos de la
época, su manera de verse en el escenario marcó la pauta para muchos artistas que
vendrían después. Solo dos figuras en la historia del rock podrían compararse
en escena con la fuerza corporal de Morrison: Mick Jagger de The Rolling Stones
y Michael Jackson quienes también rompieron esquemas y pasaron a la historia
como referentes de lo que es ser un rockstar.
Patricia Fournier y Luis Arturo Jiménez en su ensayo “Corporeidad y simbolismo comunicativo, el
caso de Jim Morrison” recopilan importantes datos sobre la corporalidad de
este sex-simbol que reinó en la
escena norteamericana en los principales años del desarrollo del género, Jim Morrison
fue vetado junto a su banda The Doors después de varios escándalos. Una de las
consecuencias más graves de sus actitudes en público, es que fueron dejados por
fuera del mítico festival de Woodstock. The Doors se caracterizó por ser una
banda conflictiva que no respetaba ninguna ley y mucho menos a las autoridades,
siempre tuvieron problemas con la policía y fueron arrestados varias veces, se
puso de moda entonces el ritual de la desobediencia, para los miembros de
grupos de rock se volvió casi una moda o una obligación ser arrestados y
liberados después, para salir triunfantes a cantar en los escenarios, una
práctica que fue común entre las bandas de los años 70’s y 80´s.
Una descripción de uno de los eventos más recordados
protagonizados por Jim Morrison se describe en el siguiente párrafo: “En el caso del programa neoyorkino de
Ed Sullivan a fines del verano de 1967, la transmisión en vivo de Light My Fire muestra a un Morrison
retador, emanando poder, representando control así como sexualidad violenta e
incendiaria, propiciada por el mismo contenido lírico de lo que cantaba; esta
imagen corporal, llegó a millones de espectadores de la unión americana a
través de la pantalla chica, cautivando en particular a las jóvenes pues Jim se
encontraba en su plenitud estética, un falo andante con ajustadísimos
pantalones de piel negra, con porte y dignidad eróticos. (corporeidad y simbolismo comunicativo, Fournier, Jimenez)
Hablando de rituales creados por estrellas de rock, Mick
Jagger establece uno de los bailes más energúmenos y fascinantes de la escena,
con su apariencia andrógina y diferente se convierte en la figura más
enigmática del género, influencia directa de otros iconos del movimiento como
Axl Rose quien se hiciera conocido por sus movimientos serpenteantes, Mick
Jagger perfecciona el Front Man
mediático, con actitud desafiante, alejado de la elegancia tradicional de los
cantantes y establece el paradigma de cómo debe comportarse una estrella.
Muchos ya habían intentado crear estilos diferentes en sus performances, por
ejemplo Chuck Berry con su “baile del pato”, emulado décadas después y
popularizado por Angus Young de AC/DC,
pero fue Jagger quien definió las reglas de cómo se debía comportar un rebelde
dentro y fuera del escenario. Esas escenas tan elaboradas que tuvieron su
momento cumbre con el Glam Metal de
los años ochenta con bandas como Bon Jovi, Poison o Cinderella perdieron todo
su terreno con la llegada de Nirvana al ruedo comercial. Los trajes femeninos,
las mallas atigradas, las motos Harley
Davidson y los cabellos arreglados cedieron terreno a una imagen paupérrima
y sucia a la que el mundo conoció como Grunge,
un nuevo ritual que se tomó la totalidad de la década de los noventa en donde
su consigna máxima era “nada importa”, ni la ropa, ni la música, ni la vida.
Uno de los rituales más fascinantes del rock es la
personificación, el juego de impersonar personajes míticos o sobrenaturales.
Sin duda fue KISS la banda que marcó este camino. KISS ha estado envuelta desde
su mismo nacimiento en escándalos de corte religioso y político, su maquillaje
es el sello de toda una generación que los veía cómo demonios que hacían
bailar. La personificación es un arma poderosa en el rock y un pasaje casi
seguro al éxito, bandas más recientes como Slipknot o Ghost han usado esta
técnica con buenos resultados así como en Colombia la banda Koyi K Utho quienes
logran una conexión inmediata con la escena, la personificación de demonios,
deidades o monstruos alejan a los rockeros de los simples mortales y les
permiten crear mundos alternativos y fascinantes, transportar a las audiencias
ser inmersos en historias y filosofías creadas por cada banda, es común ver al
público disfrazado como ellos, usando sus atuendos y sus accesorios, la
personificación en el rock es importante, pero sin duda dos de los rituales
corporales más importantes del rock y sobretodo de sus corrientes más duras son
el Headbanging y el mosh, conocido en nuestro país como “pogo”.
El Headbanging,
una práctica que parece ser instintiva pero dista mucho de serlo, mover la
cabeza al ritmo de la música es algo que los seres humanos hacen desde siempre,
sin embargo en la escena del rock se convirtió en el símbolo del trance y la
fascinación. Cerrar los ojos, soltarse el pelo (para quienes lo tienen largo) y
mover la cabeza de maneras frenéticas es el sello del Metalero. Es el viaje, el
“trip” interior que permite conectar directamente con la música, según el
artículo de titulado “Que es headbanging”, este tienen connotaciones
de índoles mucho más profundas que tocan temás de decolonización, occidentalidad
y de cómo se usa el cuerpo para marcar un territorio propio como se describe en
el siguiente párrafo tomado del escrito:
“El cuerpo debe ser el primer lugar de superación de la colonización
occidental (sea de la zona geopolítica que fuese, en el pasado o en el
presente) porque el cuerpo ha sido pensado en occidente como un simple aparato
físico sujeto a la enfermedad, lugar del pecado y la destrucción.
Especialmente, esa es la representación en el pensamiento de corte platónico e
incluso cristiano, donde el cuerpo es un sucedáneo del alma, una cárcel donde
el alma está encerrada. Entonces el cuerpo es el problema.”
(Headbanger:¿qué
significa sacudir la cabeza? Adriana del Rocío Hernández)
El tema los rituales corporales en el rock es muy amplio
y merece ser estudiado a profundidad, no solo por el uso del cuerpo que hacen
los músicos y el público, sino por la creación de distintivos pertenecientes a
las tribus urbanas más notorias como los metaleros, los punks, los rastas y
otros más que ya son parte del paisaje urbano mundial. El problema con estas
expresiones y rituales, es que muchas veces no son comprendidos y por eso son
rechazados. Muchos padres y personas que desconocer el rock y sus rituales
piensan por ejemplo que el mosh es
una pelea a golpes mientras se escucha una banda de sonidos duros, nada más
alejado de la realidad. El mosh es un
baile que presenta variaciones de acuerdo al género, el más común o que se
tiene por estándar es el de bailar con violencia lanzando los brazos y las
piernas al aire y manteniendo contacto físico con los otros participantes. El
pogo puede parecer violento e incluso presentar signos de violencia física pero
no es así, generalmente se siente dentro del pogo una sensación de fraternidad
liberadora. El pogo tiene variantes interesantes como es The Wall of Death en los conciertos de Metal, en donde el público
se separa en dos bandos y se hacen frente a frente simulando las guerras
antiguas y medievales, a la orden del cantante de turno se lanzan unos contra
otros para terminar chocando en un mosh
fuerte y energético, contrario al baile tradicional del Ska que muestra el
mismo molde corporal pero con mucho menos contacto físico y sin la agresividad
característica de los metaleros.
En países como España el mosh y el pogo son
presentados como dos bailes diferentes con pequeñas características propias,
pero en Latinoamérica dicha diferenciación no existe. En el siguiente párrafo
tomado de la revista Omicrono, se relata cómo se percibe estos rituales:
“No se golpean como en una pelea, realmente es un tipo
de baile. Este baile tiene muchos nombres, en España se llama pogo pero también
se le conoce como mosh o slam. El principio que sigue este tipo de baile es
dejarse llevar por la música y mover todo el cuerpo con libertad, aunque sea
chocando con los de tu alrededor. Realmente el mosh y el pogo no son idénticos,
el pogo se basa en saltar, ya sea en el mismo sitio o al rededor; mientras que
en el mosh se agitan más los brazos y piernas. Aunque aparente ser un baile muy
violento, realmente es un ritual típico de los conciertos de punk, heavy metal,
hardcore, etc; y hay un gran compañerismo interno, por ejemplo, es habitual
disminuir la intensidad del baile si hay un compañero caído y se le ayuda a
levantarse rápidamente. A pesar de todo es muy fácil salir algo contusionado
pero con una gran liberación de estrés.”
(Omicromo. La física de los conciertos de rock)
El rock entonces invita al cuerpo a crear rituales
propios, en donde se usa la energía, el sexo, la violencia y casi todas las
emociones humanas, pocas formas o expresiones artísticas usan el cuerpo de esta
manera. El rock está en continuo cambio y continua creando rituales, con el
rock, hemos visto cómo un ser humano puede convertirse es una obra de arte que
expresa, grita y se mueve creando personajes magníficos que se separan de los
simples mortales y nos hacen creer que vienen de algún lugar especial que solo
puede tener lugar en nuestras fantasías.
@felipeszarruk
Músico y comunicador social, maestrante en Estudios
Artísticos de la Universidad Distrital FJC, Facultad de Artes ASAB.
BIBLIOGRAFÍA.
·
LE BRETON, David (2002) La sociología del
cuerpo. Buenos Aires. Nueva Visión.
·
Heterodoxias y contracultura. Fernando
Savater y Luis Antonia de Villena. Editorial Montesinos.
·
corporeidad y simbolismo comunicativo en el
rock clásico: el caso de jim morrison
·
Rock, memoria del cuerpo, Juan Pablo González
http://fuenteshumanisticas.azc.uam.mx/revistas/34/34_01.pdf Cátedra
de Artes N° 3 (2006): 9-24 • ISSN 0718-2759 © Facultad de Artes • Pontificia
Universidad Católica de Chile Pontificia Universidad Católica de
Chilehttp://catedradeartes.uc.cl/pdf/01rockfromCatedra3-3.pdf
·
¡Bailemos el pogo! La física de los
conciertos de Heavy Metal, Revista Omicrono. http://www.omicrono.com/2013/02/bailemos-el-pogo-la-fisica-de-los-conciertos-de-heavy-metal/