FELIPE SZARRUK: SIN PELOS EN LA LENGUA


Felipe Szarruk: Sin pelos en la lengua
Diálogo con un rockero de armas tomar

Sábado 23 Julio, 2016
Felipe Szarruk: Sin pelos en la lengua

Felipe Szarruk es un veterano músico y gestor cultural colombo-salvadoreño, quien ha luchado arduamente por la consolidación de su proyecto musical y la gestación de Subterránica; uno de los movimientos de rock emergente más importantes de Colombia. A continuación consignamos sus opiniones sobre la actualidad del rock nacional, su arte y la labor de los Premios Subterránica que durante diez años han apostado por la construcción de una escena local.

Los premios Subterránica fueron una iniciativa desarrollada inicialmente en El Salvador. ¿Qué fue lo más complejo de traer esta propuesta a Colombia?

Felipe Szarruk: El cambio fue brutal. En el Salvador la escena nos apoyó bastante. El gobierno, los medios y grandes empresas confiaron en nosotros a diferencia de Colombia, donde la gente estuvo muy desentendida del rock. En este país decayó mucho el movimiento. En la época en que comenzamos, el país estaba en uno de sus peores momentos históricos, así que nos tocó sortear toda clase de dificultades para sacar adelante el proyecto.

¿Qué papel han jugado los premios Subterránica en la construcción de la escena rockera nacional?

FS: Yo quiero pensar que han sido importantes porque el rock nacional tiene muy poca atención. Me atrevería a decir que en este país existe una de las escenas más importantes del mundo, en cuanto cantidad y calidad de propuestas se refiere. Llevamos 10 años haciendo estos premios y hemos aportado a la circulación y exposición de bandas que generalmente no apoyan Radioacktiva, RCN o Caracol. Creo que es relevante que estos premios se realicen en este país, ya que los artistas necesitan crear un portafolio, una serie de reconocimientos que avalen que se está haciendo bien y que se está haciendo mal. Hemos sido los pioneros en el descubrimiento de nuevos talentos como Don Tetto,  The Mills,  ChocQuibTown y muchos otros que han hecho parte de estos galardones. Existen muy pocos detractores de nuestro movimiento y generalmente se trata de personas que no han querido vincularse.

En estos premios han participado agrupaciones como los Aterciopelados, The Black Cat Bone, The Mills, Highway entre muchos otros. ¿Cuál ha sido la presentación más memorable en estos 10 años?

FS: Hay muchísimos. En el 2009 me fascinaron The Joint porque su vocalista Jade tiene una personalidad arrolladora en el escenario y The Mills, quienes demostraron toda la intención de tragarse al mundo en ese año. Me encantó Mmodcats en el año 2010. Esa presentación fue impresionante porque Tan Tan Morgan tiene una personalidad teatral magnífica que es algo de lo que carecen la gran mayoría de bandas en nuestro país. Es de ese tipo de grupos que brindan una experiencia visual para el público. Del año pasado recuerdo gratamente cuando Elsa Riveros de la agrupación Pasaporte salió a cantar ‘Igor y Penélope’, siendo uno de los momentos más memorables de aquella velada.

¿Cuál ha sido el mayor desafío al que se han enfrentado al organizar esta premiación?

FS: El 2007 para mí fue descorazonador. En ese año me di cuenta en qué lugar estaba e inició un proceso de mucho resentimiento con Colombia, porque yo quería de verdad aportar a la escena. Alquilé el teatro Colsubsidio e iban a tocar Aterciopelados, The Black Cat Bone y Julio Nava. El top del rock en Colombia entonces. Lamentablemente me cancelaron el evento en este espacio porque Sayco quería 200 millones de pesos por todas las canciones que se iban a tocar y la Secretaría de Cultura, quería una póliza por más de 100 millones de pesos. Estaba haciendo un esfuerzo enorme y me di cuenta que lamentablemente la gente lo único que quería era dinero para hacer lo que se les diera la gana. Incluso 10 años después continúo muy resentido con el país por las políticas culturales de Idartes y Sayco, por lo cual, preferí alejarme y terminamos haciendo los premios de manera privada. 

¿Cuál ha sido el mayor avance y el mayor retroceso de la escena rockera nacional?

FS: El mayor retroceso fue que las bandas perdieron el ‘feeling’ del rock. En Colombia se convirtió en una empresa inexistente. Lo que llaman rock en este país es una especie de música híbrida donde le han metido guacharaca, ruana y sombrero vueltiao para buscar una identidad que corresponda a nuestro mercado. El mayor avance está en que no se necesita ser un artista fichado por un sello discográfico para hacer una gira internacional. Al final de cuentas todo eso se sustenta en un producto que sea muy competitivo a nivel internacional.

¿Cómo fue la transición de ser músico y productor radial a convertirse en un gestor cultural?

FS: Se produjo por la misma necesidad. Cuando llegué a El Salvador por cosas de la vida terminé haciendo radio en una estación muy poderosa mediáticamente hablando. Aprendí que a través de un medio se puede poner en la mira pública lo que sea. Destruirlo o subirlo a los cielos, al final lo que importa no es ser buen o mal músico para destacar en medios. Una de las principales falencias que tenemos los músicos es que en la academia únicamente nos enseñan a tocar y la música como negocio tiene muchos componentes que son importantes para desarrollar una carrera. Cuando me puse a analizar cómo funciona el negocio de la música en Estados Unidos y su enorme diferencia con el resto de Latinoamérica, me percaté que era necesario aprender a manejar todos esos elementos que hacen parte de la carrera artistíca. 

“República de Cuervos” es un trabajo musical que puso el dedo en la llaga en muchos de los problemas que aquejan a nuestro país. ¿De dónde surgió la inspiración de crear este disco?

FS: República de Cuervos es el odio puro. Logró lo que yo no conseguí a través de la música en tres meses. Fue algo que obtuvo mucha repercusión y curiosamente pienso que fue debido a que el colombiano le gusta el odio. Yo soy un resentido profesional y me molestan las cosas que pasan en este país. Soy una persona que se maneja mucho con este sentimiento, así que un día un compañero de maestría me sugirió que utilizara la bronca como motor creativo. Nos pusimos en la tarea de encontrar algún antecedente académico y encontramos referentes como Nietzsche. Este disco comenzó como una catarsis en donde pude sacar toda mi ira. 

En una de sus columnas de opinión usted plantea que: “solo hay dos opciones. O nos matamos entre todos nosotros o comenzamos a cambiar nuestra forma de ser”. ¿Qué podemos hacer los rockeros para mejorar este panorama?

FS: Este fue un artículo titulado “Un país de hijueputas” y fue muy importante para mí porque rompió totalmente mi cotidianidad. Tuvo 300.000 vistas e incluso me escribieron de The Economist para preguntarme algunas cosas sobre petróleo de las cuales no tenía idea. Yo veo a esta patria de dos maneras. Colombia es como una mala novia que te hace sufrir mucho y que entre más daño hace, más se enamora uno de ella. También podríamos ver este país como un hijo drogadicto donde tienes dos opciones: O lo rescatas o lo dejas caer. Estamos muy polarizados, tenemos la peor educación del mundo y en las pruebas Pisa ocupamos los últimos lugares. Sólo 25 de cada millón de personas se hacen doctores. El alcalde de nuestra ciudad miente sobre sus estudios. La gente piensa individualmente y no en los demás y lamentablemente en el rock pasa lo mismo. El día en que dejemos de pensar en nosotros mismos y nos pensemos como sociedad, ese día cambiara este país.

¿Qué puede hacer la escena para ser más incluyente con las bandas y artistas emergentes?

FS: Tenemos que ser un poco más exigentes con la formación de las personas que están integrando la escena. Para mí es muy importante la educación. Siempre he sido una persona académica y me encantaría que la gente fuera más responsable y coherente. No podemos seguir diciendo que alguien es manager, cuando no estudiado el negocio de la música. El arte tiene ciertos lineamientos y ciertos parámetros al igual que el rock. 

Por: Hugo Alejandro Bernal
Fotografía: Khristian Forero 

Contenido originalmente publicado en la revista Rockaxis de junio de 2016. 

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