Se que no es común que se politicen ciertos temas en las artes, pero en este momento se hace necesario, las creaciones generalmente son un acto de resistencia hacía algo, un mecanismo de comunicación, la sublimación de la expresión, pero para la gente que no ha sido educada en las prácticas artísticas son temas que no son serios o que tal vez se enmarcan dentro del conjunto del entretenimiento y lo divertido.
Por lo tanto, desde siempre lo que se dice en las artes suele tomarse de manera literal, sin resistencia y no es común que se muestre oposición a lo que se dice, las discusiones se dan en la academia o en círculos especializados que casi nunca trascienden a la opinión pública.
En mi caso esto ha sido diferente, mi equipo y yo hemos sido vetados, apartados, humillados, calumniados y señalados por nuestro activismo en contra de lo deshonesto, Colombia es un país que tiene fuertes raíces de corrupción y de maldad que fueron amplificadas durante los ochenta y noventa con la cultura mafiosa y la violencia de los carteles del narcotráfico, acá nunca se ha podido hablar u opinar, mucho menos estar en oposición porque se sabe, es inherente al colombiano que en este país las diferencias se arreglan con el asesinato y las desapariciones, crecimos con miedo esperando el lugar en donde la próxima bomba explotaría, las noticias violentas no le producen absolutamente nada a la tranquilidad del colombiano, es como tomar agua, algo normal.
Así que cuando tomé en serio mi profesión y decidí que iba a trabajar por las artes del país comencé a darme cuenta de que estaban plácidamente instalados en las instituciones públicas y privadas que tienen que ver con el arte, un grupo de personajes que hacen lo que han querido con el erario público y que adjudican contratos y se llenan los bolsillos sin que nadie hiciera absolutamente nada, bien tranquilos en su comodidad de ser ignorados precisamente porque “el arte no importa”, pero estamos hablando de cientos de millones de dólares que se han embolsillado y no han llegado a donde pertenecen que es al apoyo de los artistas que a propósito en Colombia la mayoría muere de hambre, no hablo de “los artistas” que nos venden como tal, sino de las personas realmente dedicadas al desarrollo de una practica de manera profesional y profunda.
Entonces cuando comenzamos a denunciar a través de AMIC y de Subterránica algunas practicas deshonestas todos quedaron en shock porque nos habíamos metido en su zona de confort y al principio nadie nos tomaba en serio, cuando vieron que no íbamos a rendirnos entonces, ante la falta de argumentación hicieron lo único que podían hacer y que es tan normal en esta tierra, el veto, la marginación, la burla, la desacreditación y siempre “los malos éramos nosotros”.
Estar en oposición no es ser el enemigo, yo no tengo que aceptar que Los Gaiteros de San Jacinto sean enmarcados dentro del Rock únicamente porque Idartes lo cree así, eso es una dictadura cultural, porque si no se puede hacer oposición entonces quiere decir que no tenemos lideres sino emperadores y si se pone su criterio en duda entonces se es marginado de los procesos públicos.
Tampoco tenemos porque aceptar que mientras cientos de bandas de Rock y Metal ruegan por un puesto para ser escuchados en un festival del estado sean apartados mientras que a Los Gaiteros de San Jacinto les dan el presupuesto público para ellos o se lo entregan a las mismas bandas año tras año, así como no podemos aceptar que una mafia monopólica protegida por el estado llamada Sayco robe a todos y cada uno de los colombianos clamando que representan a toda la música del universo, seríamos cómplices de esto y así no jugamos.
Entonces pregunto ¿Quién es el enemigo? ¿El que denuncia la corrupción o el que veta a quien lo hace y lo degrada para minimizar el delito? Y es ahí en donde se nota la falta de educación y de capacidad de argumentación y análisis de algunas personas, porque en realidad nosotros nunca hemos buscado hacer daño sino totalmente lo contrario, construir algo mejor, lo cual siempre es visto como una amenaza cuando tambalea la estabilidad personal de quien está haciendo mal las cosas y al mando del timón, es apenas lógico.
Entonces al final lo lógico es que una sociedad que aprecia el arte debe trabajar por él, sin rencores, sin creer que cuando se ataca lo que es incorrecto se ataca a un individuo y dejar de lado las ambiciones, el ego, el yo, porque da mucha lastima ver como los grandes artistas de Colombia están muriendo de hambre, gastando sus mejores años en tratar de sobrevivir, en tratar de comer mientras quienes podrían marcar la diferencia miran hacía otro lado, nuestro compromiso es con el arte y no con el dinero, pero lamentablemente el dinero compra comida, compra arriendos, compra bienestar y esos son derechos que no se le pueden negar a nadie en un país que se crea coherente.
Yo hago un llamado a los nuevos equipos de las instituciones públicas que trabajan por las artes y a los funcionarios que comparten la responsabilidad en las privadas, primero para que la contratación del personal sea idónea, gente preparada, académica, con experiencia y no con necesidad de almorzar, de una personalidad moral integra para que se pueda cambiar nuestra realidad y se pueda comenzar a explotar el gran tesoro cultural de Colombia, sobre los amigos, sobre los círculos de favores y nepotismo y colocando sobre cualquier individuo a las creaciones, no es difícil, es tomar conciencia de que la corrupción nos daña a todos en algún momento.
Felipe Szarruk
Músico, Comunicador social, Magister en Estudios Artísticos.
Director de la fundación Subterránica y miembro de la banda Repxblica de Cxervos.