Recuerdo cuando Internet llegó a las casas, yo tenía 15 años mas o menos, algunos amigos tenían computadoras y uno se conectaba a través del teléfono, casi 30 años atrás, era maravilloso… fui de sus primero usuarios, se convirtió en religión para mí, de hecho gracias a Internet pude desarrollar toda mi carrera y ser pionero en medios digitales y en autogestión en las artes, cambio la vida, cambió al planeta, cambió la forma en que se hacían todas las cosas.
Desde siempre todos clamaban que Internet era libre, que jamás pertenecería a nadie, que era universal y a través de la red se dieron cosas increíbles como la primavera árabe y otros movimientos sociales importantes, pero de eso ya se dieron cuenta y con la llegada de la pandemia y de una generación de cristal que no resiste la verdad, dejaron ver a los verdaderos emperadores de la red y esta se convirtió en un basurero políticamente correcto en donde todo el mundo que no comulgue con lo oficial es vetado y apartado al igual que en las sociedades más distópicas del mundo. Los mismos defensores de la verdad, Los Estados Unidos que siempre se han proclamado como el país en donde se puede hablar se ha mostrado al mundo como una olla de racismo y de odio en donde solo el dinero importa y ahora tiene dominado todo el espectro de la red. ¿Qué diferencia hay entre la censura en China en donde por lo menos prohíben las páginas y aplicaciones a lo que vivimos hoy con Facebook y otras redes? Ninguna, los dos son sistemas de veto, de muerte a la libertad de expresión, son amplificadores de ideologías y sobre todo son una tienda de publicidad, Internet se convirtió en un gran centro comercial en donde todo mundo debe comprar callado. Internet ha muerto al igual que todos los valores de esta sociedad actual.
Es por lo tanto menester que, en nombre de la prensa y las artes libres, regresemos al papel, regresemos a los discos, regresemos a lo básico en donde ellos no tengan el control, en donde los ciudadanos aun tengamos voz, regresar a las revistas, a los periódicos, a los vinilos, así usted tendrá libertad de expresar en ellos y su público de leerlo y nadie tendrá potestad sobre su vida, sus pensamientos y si silencio.
Jamás
pensé estar vivo para ver que Idiocracy o Demolition Man, dos de las
películas más ridículas y divertidas precisamente porque parecían
futuros imposibles, se convirtieron en documentales que reflejan la
incapacidad de análisis crítico y la carencia de hambre de conocimiento
de este chiste al que llamamos realidad.
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