El golpe final del paro, se dio cuando un “auto-proclamado” grupo de personas que se hacen llamar “el comité del paro”, públicamente dio declaraciones desligándose de los manifestantes, de la llamada “primera línea” en su gran mayoría compuesta por jóvenes hastiados de la realidad en apariencia dispuesto incluso a morir por mejorar las cosas, desligándose de cualquier intento que no fuera políticamente correcto de lucha, pero que en realidad terminaron queriendo ser políticos. Sin duda un acto un poco cobarde ante las personas que los apoyaban. Fecode, la organización de maestros dejó al descubierto su manipulación y su tejemaneje al no concretar tampoco propuestas y si realizar por ejemplo conciertos masivos en medio de la pandemia como forma de “levantar la voz”, la misma técnica que usa el distrito con Idartes (Instituto Distrital de las Artes) para manipular las conciencias y los conceptos para en beneficio de unos pocos desfalcar las arcas del estado, apropiarse junto a los amigos de los presupuestos del estado, como se pudo comprobar en la gran valla puesta a las afueras del Teatro Colon en Bogotá, uno de sus escenarios que es supuestamente público pero que es realidad es usado para los eventos que ellos deciden y en este caso, han publicado de manera orgullosa una lista de conciertos con aforos de hasta 500 personas que se hicieron mientras toda la industria nocturna y de espectáculos estaba cerrada. Colombia en resumen, es un país que corrompe todo, incluso las artes y es por eso que cobra un valor importante las expresiones artísticas que nacen de las sombras, de las verdaderas resistencias que no están influenciadas por ninguna doctrina o partido político y que son el reflejo puro de un sentir y de una frustración que requiere ser corregida pero que no lo será, porque Colombia es un país poco honesto con su propia gente en donde es precisamente la gente la que vale menos en esa cadena de valor que compone una sociedad.
Durante estas protestas y que es lo que nos interesa en este escrito, surgieron cientos de obras artísticas e intervenciones a los que pocos le dieron importancia, estas obras generalmente se dieron en el plano de lo subversivo, su campo de expresión fueron las redes sociales y la intervención o creación de monumentos públicos. Dentro de lo más destacado y conocido por el país estuvo la construcción del movimiento a la resistencia en Cali y la intervención del Monumento a los héroes en Bogotá el cuál al final fue derribado.
¿Qué tienen en común todas estas expresiones artísticas? Primero que son una afrenta directa hacia el establishment y se hacen incómodas, porque para el ciudadano “normal”, se parecen más a actos “vandálicos”, palabra de moda que ha puesto en circulación la clase política y dominante, y que no representan una belleza estética.
¿Pero qué es lo bello, que es lo estético, en un país tan ordinario y tan chabacán cómo Colombia?
En el texto VALOR ESTÉTICO Y ARTISTICIDAD EN LA TEORÍA DEL ARTE DE A. DANTO encontramos lo siguiente:
El buen arte puede ser estéticamente pobre y obras de arte que son estéticamente valiosas pueden ser desde un punto de vista artístico poco interesantes. Estas tres tesis pueden resumirse con palabras del propio Danto del siguiente modo: “(M)i pensamiento era que la estética no pertenece realmente a la esencia del arte”.
Existen numerosas versiones de la concepción estética del arte. Algunas se centran en la naturaleza del objeto artístico y sostienen que un objeto puede considerarse como arte si posee valor estético. Otras enfatizan la importancia de las intenciones del productor a la hora de crear un objeto estéticamente valioso; éstos últimos son más flexibles a la hora de exigir que el objeto en cuestión posea de hecho valor estético para que sea considerado arte. Ambas versiones coinciden, sin embargo, en la importancia del valor estético como rasgo principal del arte.
VALOR ESTÉTICO Y ARTISTICIDAD EN LA TEORÍA DEL ARTE DE A. DANTO de María José Alcaraz (University of Sheffield) http://www.disturbis.esteticauab.org/Disturbis234/MA.Value.html
Entonces en este caso, en el levantamiento social podríamos construir una nueva estética que se identifique más con la falta de recursos y la inmediates que se requiere para levantar obras que aunque vayan a ser efímeras tengan un impacto fuerte en la conciencia de la sociedad, una estética de la resistencia.
Entonces uno de los monumentos más tradicionales de la ciudad de Bogotá, el de los Héroes, fue intervenido y convertido en un bastión del inconformismo, el elemento se resignifica y toma otro camino dentro de loque significa ser un símbolo, pero este no le servía ya a la “sociedad de bien”, porque los grafitis sumados a los actos simbólicos son considerados anarquistas, subversivos. Fue por eso que a pesar de su peso histórico fue derribado con la excusa de que “ya se tenían planes para hacerlo” por la construcción de ese eterno Metro de Bogotá que nunca llegará y que si lo hace será el día en que ya exista la teletransportación, se hayan robado tres partes del presupuesto y ya no sirva sino para ser un estorbo en esta fallida costra de cemento llamada Bogotá.
Otro destino diferente tuvo el Monumento a la Resistencia en la ciudad de Cali, las cosas allá fueron diferentes, fue la ciudad bandera en la violencia que toleró actores civiles armados protegidos por la policía, las mafias legales de Colombia con la bandera puesta y en pie de lucha. El monumento ala resistencia no sucumbió y aun se mantiene en pie, pero fueron muchas vidas, mucha sangre y sobre todo mucha “colombianidad” la que esto costó.
Hoy en día existen personas como Laurent Clawbert, el Papa o actores en el país como Subterránica, que claman por un programa de mecenazgos para los artistas, esto se vuelve relevante porque el estatismo paternalista en Colombia ha logrado someter y arrodillar las expresiones y prácticas de las artes hasta el punto en que artista que no es contratista del estado no come y a eso se debe el patético y paupérrimo estado de las artes colombianas, mercenarios pagos de los políticos, sin derecho a crear libremente y por eso las estéticas de la resistencia son vistas con ojos de violencia y adoctrinamiento.
Así las cosas, se ha creado otra guerrilla en Colombia, la de las artes, la de los que no quieren ser arrodillados por los estímulos y convocatorias, los inconformes, lo que no creen que este país sea “Encanto” y saben que acá no hay recursos ni físicos ni intelectuales para poder encaminarnos a un mejor futuro. Las artes son políticas, cada creación es un acto político, si no lo es, es entretenimiento y es desde las sombras, las redes y las intervenciones que miles de artistas están tratando de levantar su voz para cambiar esta realidad tan difícil en donde los pinceles son las balas y la banda sonora son los titulares macabros de los noticieros patrocinados por el estado.
«El arte no reproduce aquello que es visible, sino que hace visible aquello que no siempre lo es.» Paul Klee
Felipe Szarruk
Magister en Estudios Artísticos Facultad de Artes ASAB, Universidad Distrital Francisco José de Caldas.